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El increíble (y olvidado) Tren Blanco que corría entre Viedma y Bariloche
También hay ex empleados ferroviarios que recuerdan con emoción aquellos tiempos, cuando en Río Negro se viajaba de Viedma a Bariloche en pocas horas y con máximo confort.
* Por Carlos Espinosa
Empezamos con tres diálogos imaginarios pero bien posibles, que pudieron escucharse tal vez entre los años 1939 y 1950, en distintos puntos de la línea ferroviaria que cruza la meseta rionegrina.
- Nisandro... ensillá el alazán y andá a juntar las ovejas que están cerca de la vía, que hoy pasa el Tren Blanco y los otros días nos tiró al diablo tres animales...
- Chicos, pórtense bien... porque si hacen todos los deberes esta tarde los llevo a la estación para ver pasar el Tren Blanco...
- Vieja... andá poniendo al fuego la olla pa’l puchero... allá lejos se ve pasar el Tren Blanco, así que ya son las once de la mañana, porque siempre pasa a la hora justa....
Eran los tiempos del servicio especial del tren coche motor Ganz, que desarrollaba una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora, con cómodos vagones tipo pullman, con aire acondicionado y servicio de bar. ¡Un tren bala en los años ‘40, con tecnología de avanzada para aquella época!
Todo esto resulta difícil de creer en la actualidad, después del desguace de los servicios ferroviarios argentinos que comenzó en los años ‘60 y se concretó en los ‘90.
Marca Ganz: Hacia 1938 el Estado Nacional, compró en Hungría varias formaciones del tren diesel eléctrico marca Ganz, con el sistema denominado “coche motor”, sin locomotoras, que eran el mayor adelanto de la época en materia ferroviaria.
Trenes veloces
Hace sesenta y pico de años entre la capital del territorio y la ciudad andina corrían trenes veloces y aerodinámicos que, con el mayor confort, cubrían el trayecto completo del ramal en exactamente once horas y media.
Esa era la duración del viaje entre Viedma y San Carlos de Bariloche en aquella maravilla ferroviaria llamada popularmente el Tren Blanco, por el color plateado de su carrocería.
La línea del Ferrocarril del Estado que atraviesa toda la provincia desde el mar a la cordillera fue construida en diversas etapas a partir de 1909. Los rieles avanzaron desde San Antonio Oeste y a medida que se avanzaba se fueron fundando pueblos por el desierto, cada uno de ellos “punta de riel” durante algunos años, hasta llegar a San Carlos de Bariloche el seis de mayo de 1934. La conexión con Viedma estuvo terminada en 1926, antes que se construyera el puente ferrocarretero sobre el río Negro, recién inaugurado en diciembre de 1931. Para fines de ese año se pudo realizar el primer recorrido completo desde Plaza Constitución hasta Ingeniero Jacobacci, punto final de las vías desde 1927.
El servicio entre Buenos Aires y Carmen de Patagones lo prestaba la compañía Ferrocarril del Sur, de capitales ingleses, pero desde Viedma en adelante era responsabilidad del Ferrocarril del Estado, por lo que a la vía que atraviesa toda la actual provincia de Río Negro (por entonces territorio nacional) se la conocía como “la línea del Estado”.
Hacia 1938 el Estado Nacional, compró en Hungría varias formaciones del tren diesel eléctrico marca Ganz, con el sistema denominado “coche motor”, sin locomotoras, que eran el mayor adelanto de la época en materia ferroviaria.
Un viaje perfecto
Dos de esos trenes fueron puestos en servicio en el ramal a Bariloche, para partir desde Patagones. Los pasajeros iniciaban el viaje desde Plaza Constitución en una formación con locomotora a vapor del Ferrocarril del Sud, de la empresa británica. Entre Buenos Aires y Patagones el trayecto se cubría en casi 16 horas.
La salida de Plaza Constitución era a las 16,30 y a las ocho y media de la mañana siguiente se llegaba a la última ciudad de la provincia de Buenos Aires. Después del trasbordo y el cruce del puente a las nueve en punto el Tren Blanco iniciaba su veloz travesía patagónica.
Se hacía una parada de un minuto en el empalme Cortizo, en las afueras de San Antonio Oeste, donde los pasajeros que tenían por destino la localidad atlántica hacían un rápido traspaso en un tren de dos vagones; una detención más extensa de 15 minutos para cambiar el personal maquinista en Ministro Ramos Mexía (por entonces estación Corral Chico); y otras tres paradas de un minuto en Ingeniero Jacobacci, Pilcaniyeu y Nirihuau.
El arribo final a Bariloche era a las 20,30 de ese mismo día, con lo cual el viaje completo entre Plaza Constitución y la Capital de los Lagos demandaba 27 horas y 50 minutos, contando apenas una hora de detenciones. Las páginas de historia ferroviaria en la web señalan que este récord de velocidad nunca pudo ser mejorado, ni siquiera en la década de los ’60 cuando la totalidad del trayecto era cubierto, sin trasbordos, por las formaciones diesel del famoso tren Arrayanes.
Por su velocidad, confort y puntualidad este tren bautizado por los ferroviarios de la época del ’40 como el “pájaro blanco”, por la forma de pico de la banda azul longitudinal sobre la trompa, era un verdadero motivo de orgullo para los trabajadores del riel en sus distintas especialidades.
Pero, además, también era especial satisfacción para los vecinos de Viedma, porque la base operativa del famoso coche motor Ganz estaba instalada en la capital del Territorio de Río Negro. Las dos brillantes formaciones, con capacidad para 116 pasajeros, equipadas con coche comedor, cocina y compartimientos con asientos que podían transformarse en literas, recibían mantenimiento y se guardaban en un inmenso galpón de chapa ubicado junto al puente ferrocarretero, junto al barrio del personal ferroviario.
Para las tareas de revisión se construyó un playón de piso de hormigón armado, algo poco visto en ese tiempo cuando lo común era usar adoquines de granito, y se instalaron dos enormes fosas. La comparación de las fotos, entre una tomada hacia mediados de los ‘40 y otra con apenas dos semanas de antigüedad, permite apreciar que no quedó casi nada de esas instalaciones, sólo los rieles, el hormigón y las fosas convertidas en vaciadero de todo tipo de basura. (APP)
* Por Carlos Espinosa
Empezamos con tres diálogos imaginarios pero bien posibles, que pudieron escucharse tal vez entre los años 1939 y 1950, en distintos puntos de la línea ferroviaria que cruza la meseta rionegrina.
- Nisandro... ensillá el alazán y andá a juntar las ovejas que están cerca de la vía, que hoy pasa el Tren Blanco y los otros días nos tiró al diablo tres animales...
- Chicos, pórtense bien... porque si hacen todos los deberes esta tarde los llevo a la estación para ver pasar el Tren Blanco...
- Vieja... andá poniendo al fuego la olla pa’l puchero... allá lejos se ve pasar el Tren Blanco, así que ya son las once de la mañana, porque siempre pasa a la hora justa....
Eran los tiempos del servicio especial del tren coche motor Ganz, que desarrollaba una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora, con cómodos vagones tipo pullman, con aire acondicionado y servicio de bar. ¡Un tren bala en los años ‘40, con tecnología de avanzada para aquella época!
Todo esto resulta difícil de creer en la actualidad, después del desguace de los servicios ferroviarios argentinos que comenzó en los años ‘60 y se concretó en los ‘90.
Marca Ganz: Hacia 1938 el Estado Nacional, compró en Hungría varias formaciones del tren diesel eléctrico marca Ganz, con el sistema denominado “coche motor”, sin locomotoras, que eran el mayor adelanto de la época en materia ferroviaria.
Trenes veloces
Hace sesenta y pico de años entre la capital del territorio y la ciudad andina corrían trenes veloces y aerodinámicos que, con el mayor confort, cubrían el trayecto completo del ramal en exactamente once horas y media.
Esa era la duración del viaje entre Viedma y San Carlos de Bariloche en aquella maravilla ferroviaria llamada popularmente el Tren Blanco, por el color plateado de su carrocería.
La línea del Ferrocarril del Estado que atraviesa toda la provincia desde el mar a la cordillera fue construida en diversas etapas a partir de 1909. Los rieles avanzaron desde San Antonio Oeste y a medida que se avanzaba se fueron fundando pueblos por el desierto, cada uno de ellos “punta de riel” durante algunos años, hasta llegar a San Carlos de Bariloche el seis de mayo de 1934. La conexión con Viedma estuvo terminada en 1926, antes que se construyera el puente ferrocarretero sobre el río Negro, recién inaugurado en diciembre de 1931. Para fines de ese año se pudo realizar el primer recorrido completo desde Plaza Constitución hasta Ingeniero Jacobacci, punto final de las vías desde 1927.
El servicio entre Buenos Aires y Carmen de Patagones lo prestaba la compañía Ferrocarril del Sur, de capitales ingleses, pero desde Viedma en adelante era responsabilidad del Ferrocarril del Estado, por lo que a la vía que atraviesa toda la actual provincia de Río Negro (por entonces territorio nacional) se la conocía como “la línea del Estado”.
Hacia 1938 el Estado Nacional, compró en Hungría varias formaciones del tren diesel eléctrico marca Ganz, con el sistema denominado “coche motor”, sin locomotoras, que eran el mayor adelanto de la época en materia ferroviaria.
Un viaje perfecto
Dos de esos trenes fueron puestos en servicio en el ramal a Bariloche, para partir desde Patagones. Los pasajeros iniciaban el viaje desde Plaza Constitución en una formación con locomotora a vapor del Ferrocarril del Sud, de la empresa británica. Entre Buenos Aires y Patagones el trayecto se cubría en casi 16 horas.
La salida de Plaza Constitución era a las 16,30 y a las ocho y media de la mañana siguiente se llegaba a la última ciudad de la provincia de Buenos Aires. Después del trasbordo y el cruce del puente a las nueve en punto el Tren Blanco iniciaba su veloz travesía patagónica.
Se hacía una parada de un minuto en el empalme Cortizo, en las afueras de San Antonio Oeste, donde los pasajeros que tenían por destino la localidad atlántica hacían un rápido traspaso en un tren de dos vagones; una detención más extensa de 15 minutos para cambiar el personal maquinista en Ministro Ramos Mexía (por entonces estación Corral Chico); y otras tres paradas de un minuto en Ingeniero Jacobacci, Pilcaniyeu y Nirihuau.
El arribo final a Bariloche era a las 20,30 de ese mismo día, con lo cual el viaje completo entre Plaza Constitución y la Capital de los Lagos demandaba 27 horas y 50 minutos, contando apenas una hora de detenciones. Las páginas de historia ferroviaria en la web señalan que este récord de velocidad nunca pudo ser mejorado, ni siquiera en la década de los ’60 cuando la totalidad del trayecto era cubierto, sin trasbordos, por las formaciones diesel del famoso tren Arrayanes.
Por su velocidad, confort y puntualidad este tren bautizado por los ferroviarios de la época del ’40 como el “pájaro blanco”, por la forma de pico de la banda azul longitudinal sobre la trompa, era un verdadero motivo de orgullo para los trabajadores del riel en sus distintas especialidades.
Pero, además, también era especial satisfacción para los vecinos de Viedma, porque la base operativa del famoso coche motor Ganz estaba instalada en la capital del Territorio de Río Negro. Las dos brillantes formaciones, con capacidad para 116 pasajeros, equipadas con coche comedor, cocina y compartimientos con asientos que podían transformarse en literas, recibían mantenimiento y se guardaban en un inmenso galpón de chapa ubicado junto al puente ferrocarretero, junto al barrio del personal ferroviario.
Para las tareas de revisión se construyó un playón de piso de hormigón armado, algo poco visto en ese tiempo cuando lo común era usar adoquines de granito, y se instalaron dos enormes fosas. La comparación de las fotos, entre una tomada hacia mediados de los ‘40 y otra con apenas dos semanas de antigüedad, permite apreciar que no quedó casi nada de esas instalaciones, sólo los rieles, el hormigón y las fosas convertidas en vaciadero de todo tipo de basura. (APP)