La Orquesta Filarmónica de Río Negro llenó la Catedral

La Orquesta Filarmónica de Río Negro llenó la Catedral

La dificultad para encontrar un lugar donde sentarse indicaba con claridad que los domingos por la tarde no sólo son propicios para el fútbol. A pesar de la escasa difusión que se le dio con anterioridad a su concierto barilochense, la Orquesta Filarmónica de Río Negro convocó a una pequeña multitud que se congregó en cada recoveco de la iglesia Catedral. Una jornada que se tornó cálida a pesar de la frialdad que imperaba en el templo mayor.
Claro que la formación provincial contó con varios respaldos que confluyeron en potenciar la convocatoria: la Orquesta del Bicentenario Bariloche y tres agrupaciones corales. Los primeros inauguraron el transcurso de la música y los coreutas se encaramaron al atrio para sumarse a la interpretación de “El Mesías”, la obra de George Handel que contiene el “Aleluya” más famoso. Literalmente, un final a toda orquesta.

La historia de la filarmónica rionegrina es relativamente reciente, ya que su fundación data de 2014. Llama un tanto la atención que desde los estamentos oficiales no se otorgue más trascendencia a su existencia, ya que se trata del primer ensamble orquestal rionegrino de carácter estable. Años atrás podían oírse lamentos entre los melómanos barilochenses, al constatar la excelencia de la Orquesta Sinfónica de Salta o su par de Neuquén, elencos que mientras existió la Semana Musical Llao Llao, visitaron asiduamente esta ciudad. Como contrapartida, se registraba orfandad en Río Negro, vacío que precisamente se subsanó hace dos años.

Curiosamente, la orquesta provincial no depende del área de Cultura, sino del Ministerio de Educación y Derechos Humanos, a través de su Programa Música entre Todos. Su intención es “generar y acrecentar el contacto entre grandes sectores de la comunidad rionegrina y la música orquestal”, además de “ampliar las posibilidades de acceso al mundo cultural de la música” y estimular “la producción musical”, entre otros objetivos.

A la luz de los acontecimientos del domingo, pareciera que los objetivos se van cumpliendo, porque buena parte de la gente que asistió al concierto evidenció que no estaba familiarizada con la etiqueta de la música académica, ya que muchas y muchos aplaudían al finalizar cada movimiento, en lugar de hacerlo al terminar cada obra. Para complicar más las cosas, el programa que se distribuyó no tenía que ver con el repertorio que se había elegido para la presentación, de manera que hacían falta las explicaciones del director para saber qué se iría a interpretar.

Solvencia

Martín Fraile Milstein asumió ese cometido, además de guiar a sus dirigidos. El director dio sus primeros pasos en la música en Cipolletti y Neuquén, hasta que continuó con su formación en la Universidad Nacional de La Plata. Se graduó como profesor y licenciado en Dirección Coral para luego marchar hacia Estados Unidos, donde obtuvo una maestría en Dirección Orquestal. Después de trabajar en California y de otras peripecias, retornó a la Argentina en 2012. Tiempo después, sus andanzas musicales volvieron a transcurrir en suelo rionegrino.

Antes de la magnificencia de la filarmónica, de sus estilizados tránsitos entre los pasajes sutiles y los de mayor grandilocuencia, le había tocado a la Orquesta del Bicentenario abrir la tarde musical. Su director, Mariano Videla -viola en la formación mayor- apuntó que cada vez son más estrechos los vínculos entre el conjunto que dirige y la rionegrina, a tal punto que en determinado momento del concierto, chicos que habitualmente tocan bajo su conducción, se incorporaron a la filarmónica.

Para la faceta coral de la tarde, se sumaron el Coro Municipal de Dina Huapi, el Coral Melipal y el Coro Voces del Sur. Junto a la interpretación de la filarmónica, pudo presenciarse un espectáculo no muy corriente en estas playas, alejadas de los grandes coliseos y muy costosas para el desplazamiento de elencos numerosos. Una intervención sobrecogedora inmejorablemente amplificada por las características arquitectónicas de la Catedral. Que se repita. AM
 

Cultura Barilochense