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El Centro Cívico vivió su cumpleaños con una impronta barrial

 El Centro Cívico sopló ochenta y cuatro velitas y el festejo tuvo, en la plaza emblema de la ciudad, una impronta barrial.

En una especie de MasterChef montañés, al aire libre y frente al lago, a pesar de un viento que dejaba entrever un otoño anticipado, quince finalistas disputaron la última etapa del concurso de tortas fritas con el que se decidió agasajar al espacio representativo de la localidad, y con él, a quienes la habitan.

Es como si la postal típica hubiese mostrado sus entrañas, es decir, a los vecinos que, a diario, pese a todo, empujan la vida en esta parte de la Patagonia.

La ciudad sufre las vicisitudes de un ajuste que cala fuerte a nivel nacional, pero, además, vislumbra el eco que ciertas medidas podrían implicar en lo particular… En definitiva, Bariloche es sinónimo de turismo como pocos sitios en la Argentina y, ante una baja general del poder adquisitivo, es probable que los visitantes mermen –al menos los nacionales, porque el turista del exterior, si el cambio le sigue siendo favorable, seguramente continuará escogiendo este lugar con fama de paraíso–.

Pero, frente a ese panorama, están quienes actúan como las columnas que sostienen la estructura barilochense: aquellos que habitan este espacio, los que salen a diario a poner el hombro, personas que, ante situaciones como paros de colectivos u otros inconvenientes, hacen lo imposible por llegar a sus lugares de trabajo, en muchas ocasiones por sueldos que no llegan a cubrir mínima y dignamente la labor que se realiza.

Son los ciudadanos que ofrecen todo, en gran cantidad de ocasiones a cambio de poco, muy poco.

Walter Cortés, al llegar a la Intendencia, afirmó que la Municipalidad estaba en un estado crítico y apuntó a deudas significativas.

En el entretanto, aparece un carácter fuerte que en ocasiones alcanza puntos que pueden ocasionar chispazos importantes. Un ejemplo claro pudo verse esta semana, en el enfrentamiento con las autoridades del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOYEM).

El tiempo dirá si, en medio de un panorama complicado, cada cual se amolda a las circunstancias para tratar de que la sangre no llegue al río.

Por lo pronto, acorde con la situación que describió al asumir como intendente, Cortés apuntó, en el festejo del cumpleaños del Centro Cívico, a una celebración sencilla con sabor a pueblo: además del concurso de tortas fritas, hubo una visita guiada a la torre del reloj, diversas expresiones artísticas en la plaza y una muestra fotográfica con la historia del lugar en la sala de prensa municipal.

El asunto es que, en estos tiempos, mientras están quienes apuntan a la eliminación de festejos populares, aquí se prefirió hacer algo simple de cara a los barilochenses. Lo que sigue, con la vista en el turismo pero sin olvidar a los locales, es la Fiesta del Chocolate. No falta tanto. Ahí, la apuesta, claramente, será poner algo de dulzura en una época de amarga recesión.


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