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El Vía Crucis del Alto recorrió Nahuel Hue

 Por Jorge Villalobos
Cristina se abrigó lo suficiente como para que el viento helado de este viernes no le haga daño. Salió de su casa del barrio El Frutillar y caminó varias cuadras hasta la capillita María Madre que está situada en el barrio Nahuel Hue. Allí, comenzó el Vía Crucis que recorrió calles polvorientas de esa enorme barriada que creció a un rimo frenético en los últimos años. En ese lugar se refleja ese Bariloche donde las necesidades y carencias se multiplican.
El Vía Crucis comenzó con puntualidad. A las 15 del viernes santo, el grupo de fieles que habían concurrido a la convocatoria avanzaron lentamente con una cruz de madera como estandarte. Una camioneta bordó que transportaba el equipo de sonido iba al frente de la columna.
A las oraciones se sumaron los cánticos de voces de todas las edades que marcaban el paso. Las mujeres eran mayoría. Los fieles comenzaron con el ritual de las estaciones bajo un cielo azulado que albergaba unas pocas nubes. Las plegarias contrastaban con ladridos de los perros que anunciaban que el Vía Crucis se aproximaba. El barrio Nahuel Hue ayer por la tarde estaba casi paralizado. Casi no había despensas abiertas, pocas personas caminaban por las calles y los vehículos circulando eran contados con los dedos de una mano.
"¿Cuáles son los dolores, sufrimientos de nuestras mujeres en nuestros barrios?", decía una pancarta que sostenían dos mujeres en una de las estaciones.
"No hay trabajo, las adicciones de los hijos, el maltrato físico y psicológico, la trata de personas", enumeraba otra mujer con la ayuda de un micrófono.
Era una señora de avanzada edad. Recordó que había llegado hace varias décadas procedente de Chile y en breves palabras relató lo que había sufrido y luchado para asentarse en esta ciudad con su familia.
El padre Gustavo escuchaba con atención. Llegó el 20 de febrero pasado a Bariloche procedente de Mar del Plata. Fue enviado a la Parroquia San Cayetano, del barrio El Frutillar y ayer encabezó su primer Vía Crucis en Bariloche.
Estaba arropado con una campera gruesa y un gorro grande. Saludó con afecto a todos los fieles. Observó con algo de asombro y tristeza esa postal de Bariloche que poco conocía. El Nahuel Hue nació como una toma y miles de familias se asentaron en pocos años en las 57 manzanas que tiene el barrio. El padre explicó a "Río Negro" que la intención era terminar el Vía Crucis en un sector elevado del barrio.
Cristina se quedó al final del grupo de fieles. "Vengo por una cuestión de fe", indicó y luego explicó su devoción por Jesús y la Virgen María. Mientras caminaba, advirtió la pobreza que existe en Bariloche y la falta de trabajo. Opinó que a pocos le importa.
La columna llegó hasta un sector elevado del barrio Nahuel Hue como pretendía el padre Gustavo. A pocos metros, dos jóvenes trabajaban en una casilla, con paredes de placas de madera prensada y protegidas con nylon. Martillaban sin prestar atención al Vía Crucis. Allí, se escucharon las últimas plegarias.


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