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¿En Frente o en-frentados?

 Acuerdo o fractura? ¿Constitución o política? La controversia generada tras el fallecimiento del vicegobernador Carlos Peralta conmovió la ya sensible fibra del oficialismo.

Con la mitad de la biblioteca, algunos aseguraron que el lugar del dirigente de Roca corresponde a Ariel Rivero, por ser vicepresidente primero de la Legislatura. De este grupo, una parte invocó que no hace falta más que el corrimiento natural de Rivero al cargo. Otros recomiendan que la Legislatura vote la nueva función.

Parapetado tras otra montaña de libros, el sector de Alberto Weretilneck argumentó que corresponde, por imperio del artículo 180 inciso 6 de la Constitución, que el gobernador proponga a un legislador para el cargo del vicegobernador fallecido y que, en ese caso, Weretilneck impulsaría a Pedro Pesatti.

Éste fue el debate formal.

En un segundo nivel, lejos del ciudadano común, argumentó la política.

En una reunión en casa de Tania Lastra, en Stefenelli, la vehemente presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, junto a Sandra Recalt y Silvia Horne, instó al gobernador a que "reaccione", que el pichettismo "va por todo" y que es necesario evitar que se haga del manejo de la Legislatura. En realidad, el punto es quién controla el presupuesto de la Legislatura, indispensable en un tiempo preelectoral.

Por el lado del pichettismo, Roberto Vargas blanqueó el sentir de su sector: "Deben respetarse los acuerdos", dijo.

Se refería, claro, al último pacto de "gobernabilidad" –esa palabra que Pichetto repite hasta gastarla– a que arribaron el senador y el gobernador antes de que la Legislatura renovara sus autoridades para el 2014. ¿Qué pasó desde entonces? ¿Qué hizo que tan reciente convenio saltara por el aire?

El acuerdo había estallado el día en que Miguel Pichetto le dijo a Alberto Weretilneck que está resuelto a ser candidato a gobernador en 2015.

Bastó para que el gobernador alterara su estrategia, como quien da vuelta una media del revés. Ya no hubo sonrisas ni gentilezas.

El aliado pasó a ser competencia. Sólo uno puede encabezar la fórmula para el Poder Ejecutivo, y Weretilneck no ha tejido dos años de alianzas y lealtades para renunciar a su sueño y el de muchos de sus funcionarios y allegados.

El disgusto entre ambos se hizo evidente el pasado domingo, en el sepelio de Carlos Peralta. "Una cosa es la tristeza y otra el enojo. Ambos rehusaban mirarse y se notaba la tensión", aseguró un estrecho colaborador de uno de ellos.

Viajaron a Buenos Aires y la cosa volvió a cambiar drásticamente. Algo pasó en la Casa Rosada. A su regreso, se mostraron juntos y sonrientes y declararon la decisión de "privilegiar la institucionalidad, la gobernabilidad y la unidad del Frente para la Victoria". Traducido: Rivero presidirá la Legislatura a cambio de que su bloque –el Eva Perón, separado del oficialista desde mediados de 2012– vuelva al redil del FpV.

¿Están la gobernabilidad, la institucionalidad y la unidad en la misma vereda? Hay quienes creen que son sólo objetivos difíciles de conciliar.

Esa duda alcanza a los legisladores cercanos al gobernador, que resisten la promoción del exintendente de Campo Grande porque lo interpretan como una inaceptable concesión a Pichetto.

El senador y el gobernador saben que es más fácil para ellos sellar un pacto que aliviar la división de opiniones entre la militancia y los cuadros medios. Por eso se propusieron hablar con intendentes y "disciplinar" a legisladores, menos tentados por un acuerdo que los obliga a convivir con quienes sienten opositores.

Lo temido: siguieron apareciendo agrupaciones políticas impulsando ya a Pedro Pesatti, ya a Ariel Rivero.

El punto más alto de tensión lo marcó, paradójicamente, Pesatti. El más leal de los servidores que ha tenido Weretilneck desde que asumió la gobernación le anunció su decisión de renunciar a la presidencia del bloque si Rivero encabeza la Legislatura. Argumentó que esta "nueva etapa" ya no lo incluye. "La oposición estará en el oficialismo, entonces qué voy a hacer yo. Le dije a Alberto que como siempre voy a estar con él porque, si me pasara a la oposición, entonces sería un pichettista más".

El viernes la intendenta de Bariloche, Maru Martini, sumó una nueva alternativa. Al hacerlo, confirmó que no comparte ideas con Weretilneck ni con Pichetto. Propuso que el legislador Martín Doñate presida la Legislatura.

Así, la unidad que en la superestructura busca sumar en el esquema clásico de "uno más uno" puede resultar en una división por tres y hasta por cuatro.

En realidad, tanto Rivero como Pesatti son militantes de una discreta segunda línea, con más lealtad y obediencia que dotes de conducción. Para el común de los rionegrinos la diferencia entre uno y otro en el cargo de vicegobernador sería francamente indistinguible.

Tampoco convencen los argumentos jurídicos o constitucionales en uno u otro sentido: si hay que "ascender" a vicegobernador al vicepresidente primero de la Legislatura, en enero de 2012 debió ocupar ese cargo Pesatti y no Peralta. Si, en cambio, cualquier legislador puede ser designado vicegobernador a propuesta del mandatario, lo es precisamente por su condición de parlamentario, calidad que perdería si renunciara a su banca para ser reemplazado por su suplente, y entonces Tania Lastra nunca debió asumir...

En suma: la desprolijidad formal apenas cubrió las enaguas de un debate político más encarnizado que "gobernable".

En ese clima de sensibilidad, el Tribunal de Cuentas falló en contra de aprobar el pago de gastos reservados en la Legislatura, es decir dinero sin justificación ni obligación de ser rendido con facturas por los destinatarios.

¿El resultado? Súbito mutismo de los legisladores, tan dispuestos siempre al micrófono y la declaración periodística.

El radical Bautista Mendioroz, quien fue vicegobernador durante tres períodos, sabe bien cómo se manejó esto. En lugar de intentar una argumentación, huyó por la tangente. "Todos somos rehenes de la interna peronista", dijo.

Eludió el debate central. Pero probablemente acertó al señalar que la enemistad ácida que carcome la mentada "gobernabilidad" entre Pichetto, Weretilneck y Martín Soria pudo alimentar la convicción controladora del Tribunal de Cuentas. Y que, sin ella, el drama de los gastos reservados no hubiera visto la luz.

Si es así, ¡bienvenida la interna en el oficialismo!

Es lamentable pero, en ocasiones, sólo la ruptura de "códigos" permite que se resquebraje el blindaje que cubre el financiamiento irregular de la política.

Es que entre los políticos abunda el doble discurso: frente al público se habla de honestidad y legalidad mientras que, puertas adentro, se promueve, tolera o aprovecha dinero de gastos reservados, sobresueldos, lobby indebido, "retornos" o –en casos extremos– el soborno.

Salvo Ademar Rodríguez y Adrián Casadei, el resto de los parlamentarios actuales o pasados eludió la cuestión. Incluso la arista Magdalena Odarda, afecta a declaraciones públicas. Tampoco dijo nada Facundo López, aludido por el Tribunal de Cuentas en el expediente de gastos reservados tomado como muestra.

Mañana se sabrá quién será, finalmente, el presidente de la Legislatura y si se le otorga o no el rango de vicegobernador.

Y el correr de los días develará si el Frente para la Victoria se encamina a la tan pregonada unidad o, en cambio, se desgrana como los casquetes de un delgado huevo de Pascua.


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