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Gobierno de Italia entregó mención de honor a Rinaldo De Barba
RECONOCIMIENTO A UN PIONERO
Por su enorme trabajo de promoción de la ciudad de Bariloche y del inmenso paisaje que la rodea, el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, le entregó al señor Rinaldo De Barba, a través del embajador de Italia Stefano Ronca, la condecoración de Caballero de la República Italiana. La entrega tuvo lugar en una ceremonia que se llevó a cabo en la Embajada de Italia en Buenos Aires el día 28 de julio, a las 12.
De Barba, sobrino-nieto de Primo Capraro que llegó a la zona en 1903, vino a Bariloche en 1931 con su madre Italia Candeago, hija de Matilde Capraro hermana de Primo, y su hermano Enzo. El padre de Rinaldo había llegado en 1927 para trabajar con el tío de su esposa. Capraro había nacido en 1878 en Castion, Italia, y para desarrollar sus emprendimientos en Bariloche llamaba para trabajar a la gente de su pueblo en la provincia de Belluno.
Con el pasar de los años, en la ciudad llegaron emigrantes de todas las regiones de Italia y de otros países. Después de la Segunda Guerra Mundial se le sumaron también muchos sajones. La madre de Rinaldo abrió una hostería con pensión, ella sola se ocupaba de administrar y atender a los clientes, en una época en la que estas tareas eran mucho más difíciles.
El papá de Rinaldo, Noé, tenía un horno de ladrillos. Rinaldo se recibió de perito mercantil en la Escuela Salesiana de Viedma, y cuando regresó a Bariloche trabajó para Parques Nacionales. De esta manera supo que el gobierno argentino otorgaba préstamos para la construcción de hoteles y junto a sus padres y hermanos, Enzo y Elda, construyó el hotel Nevada, al que le siguió el hotel Cristal de la calle Mitre. A lo largo de su vida logró también la concesión del hotel Catedral y del refugio Lynch, que administraban junto a su hermano en años alternos.
Con esta mención de honor no sólo se reconoció el esfuerzo de una persona, sino el de todos los inmigrantes que se trabajaron duramente enfrentando una vida difícil, una naturaleza bella pero a veces hostil, sacrificándose para el progreso de toda la ciudad y su región.
Por su enorme trabajo de promoción de la ciudad de Bariloche y del inmenso paisaje que la rodea, el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, le entregó al señor Rinaldo De Barba, a través del embajador de Italia Stefano Ronca, la condecoración de Caballero de la República Italiana. La entrega tuvo lugar en una ceremonia que se llevó a cabo en la Embajada de Italia en Buenos Aires el día 28 de julio, a las 12.
De Barba, sobrino-nieto de Primo Capraro que llegó a la zona en 1903, vino a Bariloche en 1931 con su madre Italia Candeago, hija de Matilde Capraro hermana de Primo, y su hermano Enzo. El padre de Rinaldo había llegado en 1927 para trabajar con el tío de su esposa. Capraro había nacido en 1878 en Castion, Italia, y para desarrollar sus emprendimientos en Bariloche llamaba para trabajar a la gente de su pueblo en la provincia de Belluno.
Con el pasar de los años, en la ciudad llegaron emigrantes de todas las regiones de Italia y de otros países. Después de la Segunda Guerra Mundial se le sumaron también muchos sajones. La madre de Rinaldo abrió una hostería con pensión, ella sola se ocupaba de administrar y atender a los clientes, en una época en la que estas tareas eran mucho más difíciles.
El papá de Rinaldo, Noé, tenía un horno de ladrillos. Rinaldo se recibió de perito mercantil en la Escuela Salesiana de Viedma, y cuando regresó a Bariloche trabajó para Parques Nacionales. De esta manera supo que el gobierno argentino otorgaba préstamos para la construcción de hoteles y junto a sus padres y hermanos, Enzo y Elda, construyó el hotel Nevada, al que le siguió el hotel Cristal de la calle Mitre. A lo largo de su vida logró también la concesión del hotel Catedral y del refugio Lynch, que administraban junto a su hermano en años alternos.
Con esta mención de honor no sólo se reconoció el esfuerzo de una persona, sino el de todos los inmigrantes que se trabajaron duramente enfrentando una vida difícil, una naturaleza bella pero a veces hostil, sacrificándose para el progreso de toda la ciudad y su región.