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Identifican varias especies de aves rapaces en riesgo

 Los acantilados, un vasto santuario de la costa atlántica rionegrina para la fauna silvestre, tiene a algunos de sus habitantes amenazados. Es que la naturaleza humana avanza, y mal, contra las aves rapaces.

Estas señales de advertencia, sobre la situación de la colonia, surgen de un sondeo de carácter científico sobre la dinámica poblacional de estas especies de picos robustos, vista aguda, vuelo rápido y garras afiladas.

El espacio sometido a examen se extendió desde el faro Río Negro, contiguo al balneario El Cóndor hasta una ensenada bautizada como Bahía Rosa.

El proyecto procura establecer una base de datos y efectuar monitoreos anuales respecto de la distribución y performance reproductiva de este valioso grupo de diversidad silvestre -número de pichones criados con éxito- y que habitan el litoral del Mar Argentino en Río Negro.

Como resultado del relevamiento se pudo determinar la importancia del área en cuanto a la riqueza y diversidad de aves, que además, no presenta inconvenientes para mantener sus nidos y compartir el lugar con la colonia de loros barranqueros. Esta es considerada como la más grande, por lo menos de Sudamérica.

Hay razones para encender las alarmas. Gran parte de esta formación rocosa habitada por las aves rapaces no cuentan con protección alguna. En consecuencia las amenazas a las que están expuestas se relacionan directamente con la presencia de los seres humanos.

Se percibe la aceleración de la caída de los acantilados a causa de diferentes actividades antrópicas aumentando la erosión (circulación y vibración de vehículos por la costa, desmontes y eliminación de dunas costeras.).

La mirada hacia los acantilados -concluida recientemente- estuvo a cargo de especialistas de la Dirección de Fauna y guardas ambientales de Río Negro. Colaboran de esta manera, con Eduardo De Lucca, de la Fundación Félix de Azara. Este investigador desarrolla un trabajo, desde 2010, como veterinario y director del Centro para el Estudio y el Manejo de Predadores de Argentina (Cempa).

De Lucca practicó rapel por los acantilados para desarrollar las prospecciones, en tanto que otro grupo compuesto por Lucas Albornoz y Maximiliano Berttini gastó zapatillas caminando por la playa a metros de los acantilados.

Otros problemas de conservación detectados son la contaminación que viene provocando serias declinaciones en algunos especímenes. Por caso el uso generalizado de vetustos pesticidas como el DDT, que quizá llevan años acopiados en un depósito de alguna estancia. Su acumulación en las presas, fue responsable del adelgazamiento de la cáscara de los huevos en las aves comestibles.

A veces un proyectil de plomo -que ultimó un ave comestible- puede convertirse en letal, pues algunas rapaces comen animales muertos y accidentalmente ingerirlo pagando un alto precio.

Los especialistas han considerado valioso estudiar este tipo de aves que son predadores topes en las cadenas alimenticias, y en consecuencia, sirven para evaluar el estado de los ecosistemas, dado que si cambia algo, es que algo pasa por debajo de la cadena.

Con estos esfuerzos a la vista, y así como en siglos pasados las investigaciones llevaron a Guillermo Enrique Hudson a convertirse en el padre de la ornitología argentina, se nota que el espíritu conservacionista está latente.

Intimidaciones con valor agregado

Los guardafaunas tratan en todo momento de desalentar a los especuladores. Sea la cetrería, un sistema de caza con el uso de esta variedad de ejemplares y cuyo origen -se dice- proviene de la Edad Media, o bien que algunos la confundan con la tenencia de aves rapaces.

La posibilidad desespera a cualquiera. Se cree que un halcón peregrino puede llegar a pagarse hasta 6.000 pesos.

"En las distintas caminatas encontramos que un águila mora perdió el nido porque se le cayó el acantilado", cuenta a "Río Negro", el biólogo Albornoz.

En algunos sectores de estas formaciones rocosas se vio que todos los nidos cambiaron su orientación para resguardarse de las "sudestadas", y ahora se los encuentra mirando al Sudeste.

Hay ejemplos de aves en extinción como el águila coronada. Los especialistas en fauna silvestre coleccionan fotos de especies ahogadas en tanques australianos.

Otro riesgo observado es que se electrocutan en cables de tensión eléctrica.

Según Albornoz, sería bueno que en los tanques de agua se instalen mallas para que las aves puedan asirse y sobrevivir a un posible incidente; en tanto para los postes se recomienda la instalación de perchas ya que muchas de ellas suelen pasar horas en esos sitios. (Agencia Viedma)

Enrique Camino


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