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Neuquén: la torre que se robaron los militares

En 1967, un grupo de periodistas de Neuquén fundó el Círculo de Periodistas. En 1969, creó el Sindicato de Prensa y la Cooperativa de Vivienda Limitada, con la que pensaron construir la “Torre de Periodistas”. Las obras empezaron poco después. Era el primer edificio en altura de la provincia. Proyectaron cocheras y hasta un centro cultural, también el primero, con 250 butacas, salas de proyección de cine, salas de ensayo y camarines financiados por el Fondo Nacional de las Artes. El 24 de marzo de 1976, cuando la obra estaba casi terminada, las Fuerzas Armadas coparon el obrador, destruyeron la documentación de la cooperativa, persiguieron a los fundadores y se robaron 23 departamentos. Los viejos socios fundadores lograron ahora abrir una vía judicial por el saqueo de bienes de la dictadura: los 23 departamentos todavía son usados por las Fuerzas Armadas, y un coronel cobra alquileres y paga las expensas. La torre es conocida como una extensión del barrio militar, con el regimiento a poco más de una cuadra, y aún aloja a los comandantes que van a cumplir servicio en ese destino.

“Nuestra asamblea pide dos puntos fundamentales”, dice don Víctor Hugo Reynoso, 71 años, “cronista parlamentario”, según su tarjeta, socio fundador de la cooperativa. “Estamos pidiendo la desocupación inmediata de los departamentos porque hace 37 años que son okupas de lujo en pleno centro de Neuquén, algo que nos ha sido usurpado por la fuerza del fusil, por las fuerzas de las armas. Y lo segundo que pedimos es la restitución inmediata del centro cultural. Es de lo más sencillo, porque al ver las doce cocheras, uno dice ¡esto es un cine-teatro! Porque está la acústica y todo listo para un centro cultural.”

Pasaron treinta años de denuncias y reclamos, hasta que ahora la Legislatura de Neuquén se expidió a favor de la devolución de los departamentos y la fiscalía federal de Adrián García Lois avanzó con medidas de prueba para determinar si hubo crimen de lesa humanidad. Reynoso, Héctor Dante Lombardo, de 81 años, y Osvaldo Oscar Arabarco, de 69, son los sobrevivientes que impulsan las denuncias. Reynoso viajó a Buenos Aires para plantear reclamos con el joven Oscar Livera, secretario general del Sindicato de Prensa de Neuquén. Se reunió en el Congreso, con responsables de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación y con los ministros de Defensa y de Cultura. “Recién ahora, después de treinta años de gestiones, estamos cosechando algo”, dice el hombre. “Estamos chochos de la vida porque ahora está el libro Cuentas pendientes, con la dimensión económica, y la media sanción de la comisión bicameral del Congreso. Ahí encuadra lo nuestro. Además de la apropiación de las vidas humanas y de todo el desastre del genocidio, está la apropiación de los bienes materiales, de las empresas, en este caso de la cooperativa, pero además hay otros casos emblemáticos.”

–¿Como comenzó todo?

–Durante los años ‘60, éramos pocos los periodistas gráficos y la gente de comunicaciones. Estaba la teletipo, el teléfono de ENTel, el telégrafo, todo centralizado. Estaba el Sindicato de Prensa, que formamos sobre la base del diario Sur Argentino, LU5 de Neuquén, el Canal 7 de Neuquén y algunos periódicos y revistas que salían esporádicamente. En 1967, formamos el Círculo de Periodistas; en 1969, la Cooperativa de Vivienda Limitada y contemporáneamente el Sindicato de Prensa, es decir, éramos los mismos dando vueltas. Unos quince, de los cuales sobrevivimos tres que somos los que estamos en esta patriada, o encrucijada, porque todo esto es muy bravo. En 1971, compramos la tierra para el complejo edilicio Periodistas I, que estaba compuesto de tres sectores: una torre de viviendas, planta baja y 86 departamentos; un centro cultural, que era el primero para la ciudad de Neuquén y sigue siendo el primero porque no hay otro, ¡aunque parezca increíble!

–¿Gestionaron financiamiento del Fondo Nacional de las Artes?

–Conseguimos financiamiento del Banco Hipotecario y del Fondo Nacional de las Artes. Si el golpe se hubiese demorado dos meses más, llegaban por tren las butacas, el proyector de cine, el vestuario, la alfombra, los cortinados, todo completo. Era verdaderamente un lujo, y de sólo acordarme se me pone la piel de River, y lo digo porque sinceramente es dramático. Al lado de todo eso, queríamos hacer cocheras para los 86 departamentos.

–¿Y qué pasó?

–En la cena de fin de año de 1975, los periodistas hicimos un sorteo para ver a quién le correspondían los lugares. Discutimos cuándo se inauguraba. Había dos fechas posibles. El 7 de junio, Día del Periodista, o en septiembre, que es el día de la fundación de la ciudad. Al final quedamos en el 7 de junio porque éramos cinco familias que ya estábamos desalojados. No nos alquilaban más, y la obra estaba lista: un 95 por ciento terminada. Faltaba la habilitación, fíjese qué antigüedad, de Gas del Estado, Obras Sanitarias y la luz a través de una cooperativa. Tenían que conectar los tres servicios así que sí, estábamos para entrar. El 24 de marzo aparecen dos camionetas, un camión, toman todo. Van al obrador que funcionaba donde estaba proyectado el centro cultural. Y nos sacan a patadas. Toman toda la documentación. Nos anotan uno por uno. Nos dicen: “Ustedes, no se alejen de Neuquén”. Nos empiezan a hostigar, a perseguir en nuestros domicilios particulares; al presidente de la cooperativa, que era el doctor Enrique Oliva, lo tirotean dos veces. Sufrió atentados. Se tuvo que exiliar.

–¿Hubo cinco familias que finalmente entraron?

–El 24 de marzo toma el control el suboficial mayor de Ejército Ulises Normando Baca Cau, quien llevó su despacho de interventor de la cooperativa al Comando de la VI Brigada de Ejército que está a una cuadra. Demoran la entrega y la inauguración un año y cuatro meses. Revisan todo. Si fulano tuvo una parienta guerrillera, lo sacaban; al que se atrasaba en dos cuotas, lo sacaban; e incluso a los empleados públicos que ellos mismos echaron, los sacaban diciéndoles que no iban a tener sueldo para pagar. Así se quedaron con 23 departamentos. Y se los asignaron así: quince, el Ejército; cuatro, Gendarmería; dos, Marina; y dos, Policía Federal. También modificaron los planos del edificio. Eliminaron el centro cultural. Dijeron: ¡Un centro cultural comunista, acá no! Cuando en realidad, el cartel decía centro cultural comunitario. Lo decía el general con la pistola arriba de la mesa. Vendieron la parte del centro cultural y se quedaron con la plata. También vendieron el lugar donde iban a ser construidas las cocheras y se quedaron con la plata. Venden todo. Hacen un reglamento de copropiedad con 23 propietarios de ellos y con eso entraron a gobernar las asambleas, el consorcio y todo lo demás. Y a través del terror porque toda la gente tenía miedo. Nadie se animaba a decirles absolutamente nada.

–¿Un grupo de ustedes entró, en esas condiciones, a vivir al edificio?

–El 7 de noviembre de 1977, los cuatro matrimonios, desalojados como estábamos de todos lados, nos instalamos ahí porque ya no dábamos mas. Para no- sotros la fecha inaugural es el 7 de noviembre de 1977. El 22 o 23 de noviembre, ellos hacen un gran acto. Entiéndame, no fue un acto inaugural de viviendas, tampoco fue un acto castrense, ¡fue una parada militar! Estaban con la Bandera, los del Ejército, la Gendarmería, la Federal y la Marina con su impecable uniforme blanco y un locutor nos leyó en la jeta el estatuto del Proceso de Reorganización Nacional. ¡Los trece artículos! Y dijo: lean, acepten, conozcan y sepan. Esto rige el destino del país. Y, bueno. Se instalan los 23. Así que no-sotros tenemos la gracia de convivir con ellos. Eso está considerado barrio militar porque ellos lo administran. Ahora es un coronel (Sergio), Pagani, el que está a cargo (ver aparte), pero hasta 1983 la administración funcionaba en el comando: íbamos a pagar ahí.

–El colmo.

–Terrible. Hay que vivirlo. Estábamos a los encontronazos en las asambleas porque pasaban con cosas insólitas. Tratábamos de contrarrestar a los 23 pero mucha gente tenía miedo, no bajaba. Tal vez ganábamos las elecciones, pero de pronto caía el coronel, teniente fulano de tal, con el carpetazo: ¡23 votos a favor tenía y así se terminaba la asamblea! Hasta el día de hoy pasa porque la paradoja de todo esto es que los mismos que manejaron la intervención militar, en ese momento y en democracia, con las complicidades de civiles, siguen manejando la cooperativa y fueron también las que la llevaron a la quiebra.

La torre dos

Esa es la segunda parte de la historia. Para el 24 de marzo de 1976, los periodistas habían comenzado otro proyecto llamado Torre de Periodistas II para otra parte de los socios que había quedado afuera del sorteo. El segundo terreno también estaba en el centro de Neuquén, en un vértice de donde iba a estar el Palacio de Justicia. Felipe Sapag se los dio a ellos porque consiguieron financiación del Hipotecario. Pero los militares también tomaron ese terreno, generaron ventas fraudulentas, y entre idas y vueltas dieron la cooperativa por quebrada.

“Lo más complicado para los compañeros fue conseguir las pruebas de lo que pasó”, dice en este caso Oscar Livera. “Cuando vos tenés un delito de lesa humanidad, hay víctimas y vos podés decir que la persona fue secuestrada. En un delito económico, no: es papel contra papel. Y hay que tener en cuenta que cuando ingresaron los militares volaron todos los papeles, voló el estatuto. El estatuto es la génesis de la cooperativa, de quienes la conformaron y de quienes la manejaron. Hasta marzo de este año no había aparecido un solo papel. Los viejos periodistas habían hecho todos los pedidos, pero no pasó nada hasta que salió el comunicado de la Legislatura. Lo que ellos están denunciando es una olla que no sabemos dónde termina porque hubo abogados, escribanos, políticos, gente con influencias para que la cooperativa se transformara en un barrio militar. La entrada del centro cultural decía en ese momento Cooperativa de Vivienda del Periodista, ellos sacaron el cartel y lo dejaron vacío. La Torre de Periodistas fue el primer edificio que tuvo Neuquén, por eso también los concejales ahora se comprometieron a declarar el edificio como monumento histórico. Pero lo más importante que se logró fue el Comunicado 10 de la Legislatura.”

En el artículo 4 dice que se proceda en forma inmediata a entregar las propiedades a sus adjudicatarios originales o a quienes demuestren tener derechos sobre éstas.

Es es lo que ellos esperan. La Torre I está en Avenida Argentina y Periodistas Neuquinos, un nombre que ya tenía en 1976 y los militares no pudieron cambiar. En esa esquina, hay un busto de Rodolfo Walsh, frente al cual los periodistas locales celebran todos los 7 de junio el Día del Periodista. Este año, el sindicato invitó a muchos de los que estuvieron a recorrer las instalaciones del garaje donde encontraron las formas del centro cultural presentes como enormes fantasmas.


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