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Desde adentro: cómo funciona el reactor atómico barilochense que cumple 35 años

 Cumpliendo el protocolo de seguridad, Guillermo Laserna pide los datos de quienes desean ingresar a uno de los edificios más enigmáticos del Centro Atómico Bariloche. Un cartel con fondo color verde indica que el reactor está “parado”. En el segundo piso, un operador trabaja en la consola principal. Un vidrio separa esas oficinas y los laboratorios de la “zona controlada” donde se encuentra el RA-6.

Sólo con un dosímetro en mano (para medir el nivel de radiación en el ambiente cuando el reactor está operativo), un delantal y cubre zapatos –para evitar arrastrar material radiactivo al salir–, es posible traspasar las puertas que permiten acceder al reactor barilochense que cumple 35 años.

El 26 de octubre de 1982, se inauguraba el RA-6 en el Centro Atómico Bariloche, que pertenece a la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea). La misión principal era que los alumnos de la carrera de Ingeniería Nuclear del Instituto Balseiro pudieran hacer sus prácticas experimentales. Con el transcurrir de los años, se fueron incorporando otras aplicaciones científicas.

Hoy, es el único reactor que trascendió las fronteras y está disponible para que estudiantes de universidades latinoamericanas logren hacer sus prácticas online. A través de una plataforma web, los alumnos disponen, en tiempo real, de todas las variables de funcionamiento del reactor como si estuvieran en Bariloche.

“Las primeras transmisiones fueron el año pasado con universidades de Cuba, Ecuador y Colombia. A nivel mundial, hay iniciativas similares en desarrollo, hubo alguna experiencia en Francia pero el RA-6 es uno de los pioneros. Somos referentes”, reconoció Fabricio Brollo, jefe de la instalación.

Aplicaciones científicas

La Terapia por Captura Neutrónica en Boro (BNCT, la sigla en inglés), un tipo de radioterapia para pacientes con cáncer, comenzó a experimentarse en el RA-6 a fines de los 90. Aun se encuentra en fase de experimentación.

Luego del parate del reactor en el 2007 debido a un proyecto de modernización para pasar de uranio altamente enriquecido a bajo enriquecimiento, el proyecto BNTC se retomó en el 2010 con pacientes con cáncer de piel (melanomas) aunque también se experimenta con tumores en el cuello y cabeza en animales.

“Nos encontramos en la fase 2 y está previsto hacer pruebas en 30 pacientes. Ya estamos en el orden de los 10 pacientes irradiados. Una vez que esta fase llegue a su fin, se pasa a la fase 3 que consiste en la demostración clínica de la eficacia terapéutica”, especificó Brollo.

Otro uso del reactor está vinculado al “análisis por activación neutrónica” principalmente aplicada a la flora, la fauna, la historia geológica de los volcanes, el lago Nahuel Huapi o las especies ictícolas.

“Se somete una muestra de material a un alto flujo neutrónico, se la activa y luego, se la extrae para analizar qué tipo y cantidad de compuestos tenía. Estos últimos años, la mayoría de los estudios estuvieron vinculados con las erupciones volcánicas en la región. También, se estudian los ciclos ecológicos de los lagos, a través de biopsias de las truchas que permiten evaluar el contenido de metales que tienen los peces en el lago”, indicó Brollo.

Otra aplicación es la “radiografía con neutrones” que difiere de la radiación electromagnética con rayos X. “La primera tiene un mayor contraste con materiales hidrogenados que son transparentes para la radiación electromagnética. En general, se usa en los scanners de los aeropuertos porque alertan sobre tráfico de drogas y explosivos. Estos son detectados por neutrones y no por radiación de rayos X”, aclaró el ingeniero.

A metros de profundidad

Respecto de la presión atmosférica, el reactor se encuentra a muy baja presión. Consiste en una pileta de agua desmineralizada –aunque natural– de 10 metros de profundidad y 2,5 metros de diámetro. En el fondo, esta el núcleo que es un tubo de medio metro.

Hoy, se emplean alrededor de 1.400 horas anuales de operación del reactor. “Estamos en el 50% de la capacidad máxima disponible de horas de irradiación que el reactor, con la configuración actual, podría ofrecer a la comunidad. Tenemos una subtulización del 50%”, advirtió Brollo.

Unos 30 empleados permanentes están abocados al reactor aunque a diario, se suman profesores y estudiantes. La carrera de Ingeniería Nuclear cuenta con un promedio de 15 estudiantes por año. “Concurren desde el primer semestre cuando llegan a estudiar a Bariloche hasta el último antes de recibirse que prácticamente viven en el reactor”, aclaró el ingeniero.

Para festejar los 35 años y reforzar el lema de “reactor de puertas abiertas”, se amplió el edificio.

Una nueva ventana en el tercer piso ofrece una perfecta vista panorámica de la sala donde descansa el reactor. “Queremos que quienes nos visitan vivan intensamente la experiencia de ver el reactor en funcionamiento”, explican con orgullo en el Centro Atómico Bariloche. Para eso, se colocaron cámaras de alta resolución sobre el núcleo para exhibir el momento en que se produce la reacción nuclear, mientras que otra cámara muestra cada movimiento de la consola de operación.

Otro desafío para este año fue el entrenamiento durante 4 meses de los futuros jefes del reactor de investigación multipropósito RA-10 (el de mayor capacidad y potencia en Argentina y Latinoamérica) por parte de los trabajadores del RA-6.

“Desde el 2011 a la actualidad, hemos trabajando en forma mancomunada con Invap y la Cnea en el diseño del RA-10. Estamos muy involucrados con este desafío de contar con un reactor de prestaciones y características muy por encima de cualquier otro reactor de la región. Su puesta en marcha está prevista para el 2020”, planteó Brollo.

La reducción del enriquecimiento de uranio
Los reactores de investigación, en general, se construyeron en los 60 y 70, con alto enriquecimiento de uranio que también es insumo para armas nucleares. En el 2007 hubo una iniciativa mundial para reducir el enriquecimiento de los reactores nucleares de investigación, al 20%, para bajar la amenaza de proliferación de armas nucleares. La Cnea adhirió y recién el 2009, el RA-6 volvió a ser puesto en marcha.
El entrenamiento
de los científicos
Invap (Investigaciones Aplicadas) suele utilizar el RA-6 para calificar la instrumentación nuclear que equipa a los reactores nucleares que construye. Además, ha permitido entrenar a los planteles que luego estuvieron a cargo de la operación de los reactores que se exportaron. “Otra de las solicitudes de la Cnea es que cuando se los pone en marcha por primera vez, viajemos para brindar asistencia”, dice Brollo.


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