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El barilochense que cumplió su sueño y unió Alaska con Ushuaia arriba de su moto

 Por Daniel Pardo
dpardo@elcordillerano.com.ar

Javier Fernández lo hizo, cumplió su sueño. Salió en abril de Bariloche arriba de su moto BMW R100, “La abeja”. Pasaron 7 meses y después de vivir increíbles experiencias, hoy, ya en su ciudad, tiene el tiempo y la tranquilidad para reflexionar sobre el viaje que lo llevó hacia Alaska y luego, de vuelta, a Ushuaia. Y una mochila con un millón de historias.

“Soy una persona distinta después del viaje”, reconoció Javier y detectó que hubo algunos cambios internos, como su predisposición a ser más solidario. “Hoy miro a alguien al costado de la ruta, paro y pregunto. Antes no lo hacía mucho”, dijo y admitió que hoy, además, valora los momentos simples y cotidianos como pasar un tiempo con amigos, la familia, y apreciar sentimientos básicos como llegar a casa y sentirse protegido. “En la ruta, eso no lo tenés”, confió entre risas.

Javier prefirió destacar el contacto con las personas que se cruzaron en este viaje. “Me acuerdo mucho de la persona que me invitó un café sin conocerme en una estación de servicio. Hay más gente buena en el mundo que gente mala. Muchos me ayudaron y se sintieron parte del viaje”, contó.

Resulta atractivo conocer si, en este extenso recorrido, asoman sociedades con un nivel general mayor de felicidad, al menos, a simple vista. Javier sonríe ante la pregunta porque la respuesta la conoce con claridad. Fue cuando entró en Colombia y la atravesó por la ruta cafetera, y se encontró con una sociedad “alegre, en donde hay música en todos lados, bailan. Son muy cálidos”. Y recordó que, incluso los vendedores ambulantes -luego de recibir la negativa a una compra- quieren seguir hablando y conociéndote. También en México, aclaró, son “gente muy cariñosa que te abraza y te desea buen viaje”.

Pero en la ruta también hubo obstáculos, como circunstancias provocadas por las temperaturas. Javier subrayó que sufrió el calor y al principio, no supo manejarlo. En Baja California las temperaturas fueron muy altas y no la pasó bien. En el desierto previo a llegar a Las Vegas se durmió arriba de la moto. Un verdadero susto. También debió afrontar tormentas con 20 días de lluvia sin parar, desde Panamá hasta Belice en donde se encontraron con un tornado. “No me había dado cuenta hasta que nos frenaron y nos dijeron que eso -señalando- era un tornado”. Por eso, cuando llegó a Alaska con su particular frío se sintió muy cómodo.

El barilochense sumó amigos en distintos rincones del mundo que siguen atentos la publicación de sus relatos. Y hoy, cuando recuerda, afirma que lo volvería a hacer, “aunque también reconozco que no podría vivir haciéndolo. Yo extraño a mis amigos, el lugar. Para vivir de esto hay que ser desapegado y tener una personalidad especial”. Y finalizó con una pretensión de contagio. “Lo que yo hice, cada persona lo puede hacer. El tema es que existe el miedo. Y siempre digo que, si tuviéramos que esperar a las condiciones óptimas, nunca cumpliríamos nuestros sueños”.

La emoción inevitable

Javier Fernández reconoció que en distintos momentos se emocionó durante el viaje. Uno muy especial fue cuando lo embargó la sensación única de haber cumplido el sueño, cuando llegó al cartel de “Alaska”. Hace poco subió el video a su cuenta de Facebook que retrata el especial momento. “Me emocionó cumplir conmigo mismo, después sentí un vacío difícil de explicar porque ya había logrado lo que me había propuesto hace tanto tiempo”, contó y agregó que “hay que evolucionar y buscar nuevas experiencias. Se trata de mantener siempre la llama prendida de un sueño”.


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