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Colectivo Al Margen



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CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA






“De noche a barrios jodidos como el 2 de Abril y 34 Hectáreas ya no entraba más. Rechazaba el viaje o dejaba en la ruta. En estos días no se ve ni un malandra en las calles están todos guardados. ...algo había que hacer”, dijo el taxista con más de 20 años de experiencia detrás del volante y los riñones de acero.

Y algo se hizo. Los barrios Altos fueron sitiados por las fuerzas de seguridad. Una trafic sin patente y vidrios polarizados deambulaba por sus calles de barro, parando para pedir documentos a cualquiera que resulte sospechoso. Hubo 25 detenidos en dos días. Pibes que iban a llamar por teléfono a unas cuadras y no volvían. Averiguación de antecedentes por portación de cara. “Piedra libre” para todos en cualquier esquina. “Bajísimo grado de tolerancia con el delito”, dijeron desde el gobierno. La receta fue clara; más policía federal, gendarmería Nacional, prefectura naval, construcción de comisarías, cientos de Bora como refuerzos uniformados, allanamientos, patrullajes, detenciones etc. Una película de otra época. Una repetida. La mirada miope.

Mientras tanto, barrio adentro, la gente lo que primero quería era diferenciarse de otras familias ante esa situación tan violenta. Había vecinos que pedían a la comisaría que allanen sus casas para demostrar ante los demás que “estaban limpios”, para quedar libre de sospechas. Porque se sabe; cuando se enciende la alarma de la sospecha, ya no hay marcha atrás. La junta vecinal siguiendo la teoría de la manzana podrida pedía el desalojo de las familias involucradas de alguna manera en el asesinato del remisero Cid, apoyados por gran parte de la ciudad, que daba luz verde para que “revienten”. Cualquier detenido servía para “solucionar” el problema.

Mucha bronca acumulada. Demasiada impunidad.
Pero todos los problemas tienen vinculaciones con otros. Los problemas tienen historia, un pasado que le da origen y un sustento que es bueno remitirse para entenderlo y para comprender las motivaciones y actitudes de los actores que intervienen.
“Un problema que no se soluciona genera otro problema. Ningún problema está aislado. Pero todos los se desarrollan en un contexto poseen rasgos específicos. Así es como en cada uno hechos iguales pueden tener distinta significación. El contexto cambia el sentido y le da al hecho su verdadera dimensión”, sostiene Gabriela Gueber.
Estamos viviendo tiempos difíciles. Para algunos más que para otros. Más cuando en esta parte del mundo orden muchas veces, quiere decir represión. El sistema multiplica a las víctimas y también las hace culpables de todo. Y poco le importa al sistema su edad ni que la pobreza sea el primer plato en todas las comidas. Se pide una cárcel de máxima seguridad para chicos que ya están atrapados sin salida. Se pide cadena perpetua, mientras se perpetúa las condiciones de vida de más de 40.000 barilochenses de los barrios Altos en viviendas que no tienen alarmas, ni rejas, ni porteros que custodian las entradas y son los numerosos perros que avisan si alguien se acerca. El Alto no nació para ser ciudad. Nació para ser refugio.

¿Una comunidad donde el 30 % de la gente vive en pobreza extrema pude pedir “seguridad”? ¿en que consiste esa seguridad? ¿que no me muera de un tiro aunque me muera de hambre? ¿la seguridad solo vale para aquellos que tienen algo que perder?


EL CUERPO DEL DELITO
Fabián tiene 16 años. Edad jodida, como tantas otras; demasiado chico para unas cosas, demasiado “pasado” para otras.
Nació en el año 89” y creció a la sombra de sus cuatro hermanos. Tiempos difíciles aquellos. Una palabra ajena a su vocabulario sonaba y se sentía en todas partes; hiperinflación.
Junto a él nacieron los primeros comedores comunitarios de la ciudad. Si bien dijeron que iban a existir nada más para superar la crisis, al poco tiempo estos llegaron a ser casi 30, sumados a algunos otros que pertenecen a la iglesia o a alguna alma solidaria.
El se mueve por el barrio Arrayanes como un pez en agua y rara vez “baja” al centro turístico de la ciudad. Es como ir de excursión, como el viaje de egresados que nunca tuvo porque no pudo terminar la secundaria. Fue expulsado de la escuela (como de tantas otras cosas) por “mala conducta”. Así dejo a su segundo año que quedó en algún aula esperándolo.
Entonces su escuela fue la infinita calle. El nombre de un presidente que se escribe igual al derecho y al revés inundaba su barrio con volantes y promesas de un futuro mejor. Un futuro que una y otra vez seguía de largo. De vez en cuando a su familia le regalaban zapatillas, colchones o algún electrodoméstico con tan solo “acompañar” a un político local.

Ya en enero del 2002, en plena época de saqueos fue uno de los que “bajo” a pedir comida sin éxito a los supermercados. “Piden pan, no le dan, piden queso le dan hueso y le cortan el pescuezo”. Quizás nunca se enteró que los dueños de las cadenas de supermercados de la ciudad se juntaron con miembros de acción social de la Municipalidad que les planteó que donen bolsas de comida para evitar disturbios, calmar panzas y broncas. La respuesta fue que no podían. Que si querían podían vender a precios de góndolas. Mientras tanto esas mismas empresas ( Norte, La Anónima, entre otras) daban tickets de compra a los miembros de gendarmería que resguardaban los intereses transnacionales en el playón del supermercado. No es que no hay; depende para quien y para que sea.

Fabián ya estaba marcado por la gran invensión argentina de esos últimos tiempos; la pobreza. Después lo marcó la policía que le decía “no bajes mas al pueblo. Si sos de alla arriba…¿para que bajas?”. La ciudad como cárcel. Quién no está preso de la necesidad está preso del miedo.

Son historias que se reproducen y que están demasiadas cargadas para una vida tan corta. Un viaje hasta el fin de su recta histórica lo lleva a estar colgado de la barranca de Ñireco, colgado para no caerse del mapa.
Una vida marcada por la violencia. En sus distintas formas. Violencia que se nutre de más violencia. La delincuencia, en todo caso es una cara de esta violencia que integra el paisaje nacional y se proclama tema excluyente desde los medios. Pero hay voces que no son noticia y que tienen solo el día a día para seguir viviendo.
“Lo que molesta es que se mate gente de otro barrio. Aca ya hubo un montón de muertos en el Alto y no se alarmó nadie. Y una vida vale por igual”, me explicó un pibe en el Frutillar. Las estadísticas que guarda la comisaría 28, muestran que en lo que va del año se produjeron 10 asesinatos reconocidos más otros 10 suicidios. ¿Que cuesta la vida?. En el mercado de valores del día de la fecha está en oferta y cotiza en baja. Una ganga.

¿La línea de la pobreza, es la misma que la línea de dignidad?

Cuando alguno pedían por los derechos de los niños y adolescentes que quedaron olvidados en algún cajón, otros exigían bajar la imputabilidad a 14 años y apoyaban a Blumberg.
La ausencia de memoria inculcada a quienes solo aprenden a hablar con el tiempo verbal del presente sostienen que los responsables de la inseguridad son los niños, y entonces hay que bajar la edad, penalizarlos, antes que sus gomeras le pongan un piedraza a tanta hipocresía.
Piedra libre. Descubren que el hambre violenta a la gente.

Para muchos son los culpables de que halla violencia. Los mismos que han quedado fuera de la escuela, del sistema laboral, de los proyectos a futuro y que integran un ejército de adolescentes en todo el país que están de más para un modelo que los necesita afuera para existir. Chicos que están de más. Él forma parte de los “vándalos”, “los malvivientes”, “los inadaptados”, “los culpables”. Ese es el resultado del diagnóstico. Él es la enfermedad, no el enfermo.

A uno de esos tantos pibes de gorrita y capucha, lo pararon en Onelli y Sobral y le pidieron que abra el bolso a ver que tenía. Tenía una tijera. Entonces lo retuvieron, le pidieron documentos, lo interrogaron y humillaron delante de la gente que aguardaba en la parada del colectivo. Los BORA, ayudaron a contribuir con la “seguridad”, el vecino que vio todo detrás de la ventana se sintió más seguro. La gente se tomó el 50. Le habían encontrado una tijera.
Una tijera en manos de un pobre es de temer, por las dudas, porque así son las cosas.

De los que manejan otros tipos de tijeras con las que se cortan el presente y el sueño de futuro para muchos, todavía no hay noticias.



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