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Al limitar el uso de celulares, los alumnos se muestran más participativos: “Bloqueaban el deseo de aprender”

 “Ayudemos a los chicos a tener su calculadora”. El eslogan partió de la escuela de gestión social Antu Ruca. Desde la entidad suelen solicitar ayudas puntuales, o bien organizar actividades para recaudar fondos, ya que todo se realiza a pulmón, a partir del esfuerzo de quienes conforman la asociación civil que impulsa a la institución, formada mayormente por los propios docentes. Pero… ¿por qué el pedido de calculadoras?

“La necesidad surgió porque en esta escuela, como en casi todas, el celular no se usa más”, explica el profesor del área de Ciencia y Técnica, y presidente de la Asociación Antu Ruca, Fernando Della Corte.

“No es que exista una normativa general al respecto. Se trata de una determinación propia, pero que, en realidad, es algo que se está replicando prácticamente en todas las instituciones educativas públicas o privadas, no sólo de Río Negro, ni en la Argentina, sino en varias partes del mundo, donde la utilización del celular se está descartando, más allá de que en algún momento puntual puede ser una herramienta. Es decir, en casos específicos, donde se necesita una aplicación o algo así, se usa y luego vuelve a guardarse”, señala el docente.

De tal forma, si algún alumno saca el móvil en algún instante que no corresponde, se le retira el aparato y queda guardado hasta que los padres pasen a retirarlo.

Della Torre, justamente, resalta que entre las familias hay un acuerdo prácticamente general en cuanto a que la decisión es correcta, ya que predomina el deseo de que los adolescentes se despeguen un poco de los "aparatitos". “Consideran que toda batalla que se da contra su uso excesivo es buena”, indica el profesor.

En Antu Ruca, desde hace bastante tiempo, las calculadoras casi no se usaban, ya que los estudiantes solían utilizar la función incorporada al celular. Así que, al mes de iniciado el curso lectivo, cuando se determinó no emplear el móvil, comenzó a apreciarse que muchos carecían de ella.

Sucede que ese elemento hace prácticamente una década que no afloraba por las aulas. Es como si se hubiera salteado a una generación, por lo que es poco probable que haya hermanos que las hayan usado y se las pasen a los de menor edad.

Por tal motivo, en Antu Ruca, para que nadie quede afuera en materia de aprendizaje, optaron por hacer público un pedido para aquellos que puedan llegar a tener calculadoras científicas que no utilizan. “Tu ayuda marca la diferencia”, señalan en un mensaje que están difundiendo por las redes, aclarando que quienes deseen realizar la donación de alguna, o bien colaborar con dinero para poder adquirirlas (en la entidad consiguieron un descuento importante por parte de una librería), pueden comunicarse vía WhatsApp al +54 9 294 482-2589, o bien por Instagram a @asociacionanturuca. También es factible acercarse a la institución, ubicada en Anasagasti 758.

En el caso puntual de las materias a su cargo, Della Torre detalla que la calculadora científica es fundamental. Por ejemplo, cuenta que en este momento está enseñando funciones trigonométricas, para lo cual su uso es primordial.

De cualquier manera, en muchos casos también hay que enseñar cómo se utiliza la calculadora. “No tienen ese conocimiento porque hace una década que nadie la empleaba”, apunta el profesor.

–Más allá de la necesidad de calculadoras, ¿qué pasa con los chicos? ¿Se quejan por no poder usar el celular?

–No, y eso es algo maravilloso, porque cambió inclusive la manera en que se relacionan entre ellos. El celular generaba que algunos se encerraran un poco en sí mismos, que no conversaran… En cambio, ahora el intento de conexión entre los compañeros es mucho más grande. Y en el aula se da una situación muy buena, porque varió la forma en que, desde hacía tiempo, veníamos enseñando. En la actualidad, los alumnos te exigen para comprender bien; antes, los celulares, en cierto modo, bloqueaban el deseo de aprender, y yo perdía tiempo en decirles que los guardaran. Ahora, en cambio, los chicos preguntan mucho.


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