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Bariloche y los pinos: la buena idea que se convirtió en pesadilla
De plantación espontánea primero y planificada después, la presencia de pinos exóticos en la región se convirtió en una auténtica pesadilla: desplazan bosque nativo, arden con rapidez pasmosa durante los veranos y se convierten en inconvenientes urbanos con el paso de los años. ¿Cómo llegaron hasta aquí? ¿Quiénes o desde dónde se favoreció la invasión? ¿Es posible ponerles un límite?
Adolfo Moretti es ingeniero forestal, se desempeñó en áreas técnicas y estadísticas del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) rionegrino y luego, en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Autor de numerosas publicaciones al respecto, le dijo a El Cordillerano que la proliferación de pinos “al principio fue una cosa espontánea”. En efecto, “después de la Campaña al Desierto la gente que fue viniendo de la Argentina y de Chile más los migrantes europeos fueron trayendo sus plantas y sus árboles. Entonces, aparecieron los pinos de manera espontánea”.
Décadas después la espontaneidad se convirtió en decisión estatal. “Si hubo una idea de forestar como política de Estado, eso ocurrió entre 1922 y 1924, cuando se puso en marcha el vivero nacional en isla Victoria por parte del Ministerio de Agricultura antes de que se creara el Parque Nacional Nahuel Huapi”, historió el especialista. A disposición “estaban las semillas del Servicio Forestal de Estados Unidos, entonces se inició una introducción de especies exóticas para fomentar una economía forestal”, mencionó.
“Plantar pinos para la producción era algo que ya se conocía en otros lugares y tenía su economía, como una especie de agricultura forestal”, señaló Moretti. Llamativamente, “al principio también con la idea de no tocar los bosques”, es decir, “como manera de conservarlos: usar los pinos para producir madera, no tocar los bosques que estaban destinados a ser parque nacional y ser conservados. La idea no era mala, hasta que se comprobó que los pinos eran invasores”. Fue un buen intento, pero…
Epicentro en isla Victoria
En definitiva, “si alguien impulsó la forestación con coníferas exóticas fue el Ministerio de Agricultura, primero como ministerio y después, como Dirección de Parques Nacionales”, continuó el ingeniero forestal. “Desde ese centro de producción de coníferas que fue el vivero de isla Victoria, salieron un montón de plantas para la mayoría de las plantaciones que se hicieron en la región”, apuntó.
Las consecuencias están a la vista. “En muchos lugares fue super negativo porque se llegó hasta talar el bosque nativo para plantar pinos”. A continuación, “las especies que después se comprobó que eran invasoras, comenzaron a invadir fuertemente. Es una problemática que hoy está en boga y en discusión en todos los ámbitos”. Por otro lado, “hay que decir que las invasiones avanzan sobre los lugares que tienen más disturbio, o sea que cuanto más degradamos el ambiente, más favorecemos a estas especies de comportamiento invasor”.
En forma simultánea “estas especies desplazan a las nativas y también hay desplazamientos de fauna. Se reduce la biodiversidad”, alertó el especialista. En términos históricos, “Parques entendió que era nocivo seguir plantando pinos en la década del 70. En 1972, la Primera Conferencia Internacional sobre Medioambiente, que se hizo en Estocolmo, reconoció a nivel mundial la problemática de las invasiones biológicas como una de las causas de pérdida de biodiversidad. Fue la primera vez que se admitió y se aceptó y como gran problema”, trajo a colación.
Afortunadamente “Parques tomó eso y en 1977 o 1978 prohibió plantar pinos dentro de las áreas protegidas. Lo que queda es el remanente, el pasivo de todo lo que se plantó durante tres o cuatro décadas. No sólo en isla Victoria y en el parque nacional, sino todo lo que se plantó en el ejido municipal con incentivos que dio el gobierno nacional en diferentes momentos”, sumó Moretti. “En los 70 con desgravación impositiva, en los 80 con subsidios a plantaciones logradas y otros incentivos para promover las plantaciones”, enumeró.
En la actualidad “hay mapas de vegetación y las zonas donde hay mayores invasiones son las que están alrededor de las ciudades, que son también las más disturbadas”, resaltó. “Quiero agregar que a partir de 2003 o 2005 comenzó una labor para tratar de reconvertir todo el vivero en isla Victoria en un centro de estudios, promoción y propagación de especies nativas. También para estudiar cómo manejar las especies exóticas”.
Comportamiento dispar
Resulta que no todas se comportan de la misma manera. “Algunas son muy invasoras y son las que más conocemos, pero hay más 70 especies exóticas distintas”, subrayó el especialista. “Algunas son ornamentales y fueron traídas por una cuestión cultural”. No está de más establecer que “volver a lo que eran los bosques nativos hace 70 u 80 años es imposible, pero se puede avanzar mucho en manejar la vegetación exótica, recuperar bosques nativos y restauración”.
Con ese cometido “hay mucha gente trabajando en estos momentos y tenemos más conocimiento ahora que antes. También más conciencia. Ojalá hubiéramos sabido antes un montón de cosas que sabemos ahora”, anheló Moretti. A propósito, “quiero agregar algo y lo digo con mucho cuidado: cuando los bosques pasaron a las provincias en los años 1973 y 1974, se crearon los distintos servicios o direcciones forestales. En Río Negro, para alentar la producción forestal, quien cortaba 100 m3 de ciprés de la cordillera tenía la obligación de plantar una hectárea de pinos”, describió.
El precedente “fue un régimen de promoción de plantaciones y por eso, hubo gente que se confunde y dice: yo planté pinos porque me lo pidió la provincia. Ahora me dicen que son malos y hay que sacarlos… Como en muchos casos en la historia fuimos aprendiendo, porque las provincias alentaron mucho las plantaciones de pinos hasta los 90. Después en Patagonia empezó la controversia que tenemos hoy en día: conservación o desarrollo de plantaciones forestales”, estableció.
No tan indirectamente, la cuestión se actualizó 10 días atrás porque en el referéndum al que convoca el gobierno municipal para el próximo 9 de noviembre, la pregunta N°6 dice: “Reforestación de la costanera: ¿Reemplazar los pinos por especies autóctonas?” Al respecto, “no tengo una opinión particular”, admitió Moretti. “Lo que creo es que fueron plantados hace un montón de años sin imaginar que iban a tener ese tremendo desarrollo y envergadura. Tampoco que la ciudad iba a crecer de esta manera, porque ya tienen como 80 años. Son introducidos, pinos oregon escénicos y monumentales. Da un poco de pena ver la imagen de la costanera sin los árboles, pero no sería una pérdida si no estuvieran”. Opinión fundada.