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Bariloche, sábado 02, agosto 2025
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El tradicional Cine Arrayanes podría cerrar sus puertas

Si bien hoy no es una descripción habitual, varios lectores recordarán que para ver una película -de las taquilleras- por la noche en el Cine Arrayanes, había que llegar con tiempo, hacer una extensa fila que podía recorrerse hasta la esquina de Quaglia y Moreno, para luego subir hasta cerca de Elflein. Pacientes, los componentes de la extensa cola sabían que el tiempo destinado al preludio de la proyección valía la pena porque no había mejor programa que ir al cine. Hace algunos años, fue el coqueto Coliseo el que terminó en supermercado, un poco antes, el cine Bariloche. Y en estos tiempos, las generaciones que, más allá de la diversificación de propuestas nocturnas, sienten que el cine representa algo más que la mera proyección de una buena película, acuden con respeto al tradicional Arrayanes.

Pero las leyes de mercado, la oferta y la demanda, el lugar precario de la cultura en la sociedad y el Estado, empujaron al cierre de cines en todo el país. Y en este contexto, el Arrayanes -que fue inaugurado en 1980- no puede burlar este contexto, y podría cerrar sus puertas en cualquier momento.

"Está en venta", reconoció Sergio Picón, responsable del cine barilochense, y explicó que más allá de los esfuerzos que se realizaron en este tiempo para darle oxígeno a la vida financiera de la empresa, "los números no cierran".

Más allá de algunos interesados, Picón desmintió la versión que señalaba al Hotel Kenton como comprador. "Desconozco el motivo, pero ni siquiera hubo tratativas. Además, el cine está en venta hace un año"; aclaró.

Roque González Palazzo era el dueño del cine y luego de su fallecimiento, hace 8 meses, su familia hizo el firme intento de llevar adelante la empresa -con una fuerte inversión de por medio-, pero lo cierto es que los cines no son negocios, opina Picón. "Hay que esperar que lleguen las películas taquilleras como Harry Potter, Narnia, que sí resultan redituables", comentó el hombre a cargo. Por otra parte, remarcó el especial vínculo que hay con los distribuidores de películas que se llevan -según Picón- el 51 por ciento de la película, y como no hay alternativa, hay que ajustarse a esta pretensión.

El encargado del cine contó que tuvo conversaciones con el subsecretario de cultura, Luis Torrejón, para plantear alguna alternativa que involucre a la Municipalidad, pero no se abrió ninguna esperanza.

El Cine Arrayanes funciona en esta sociedad que carece de espacios apropiados, no sólo como cine; también representa un espacio valioso para los actos de fin de año de las distintas escuelas y las propuestas teatrales que llegan desde Buenos Aires.

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