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Bariloche, sábado 20, diciembre 2025
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Febrero será mes de festejos para los refugios más emblemáticos de la montaña

 En la palestra informativa de improviso por una situación que pareciera descuido burocrático, en febrero próximo dos de los refugios de montaña emblemáticos de Bariloche cumplirán años de manera sucesiva. El Frey se inauguró el 17 de febrero de 1947, mientras que el Jakob corrió idéntica suerte el 16 del mismo mes, pero de 1952. Es decir que cumplirán 79 y 74 años respectivamente. En 2027 y al celebrarse aniversarios “redondos”, cabe aguardar grandes celebraciones.

La laguna en cuyas cercanías se encuentra el segundo “recuerda al doctor Christofredo Jakob, un científico que dictó clases en las universidades de La Plata y Buenos Aires” y que, además de sus tareas docentes, “exploró la zona de Tronador, Pampa Linda y los lagos Moreno y Nahuel”. En su libro “Las montañas de Bariloche” (Editorial Caleuche-2021), Toncek Arko informa que cuando el ferrocarril llegó a esta ciudad, Jakob eligió alejarse. “Hay demasiados turistas, demasiado ruido”, decía. Qué diría hoy…

Después de hacer montañismo en los Andes cuyanos, “Jakob fue el descubridor de la laguna que, años más tarde, fue bautizada con su nombre por Otto Meiling y José Federico Finó, cuando la visitaron en enero de 1941”, establece el relato. En tanto, “el refugio comenzó a construirse en el verano de 1950. Los trabajos estuvieron a cargo de Santiago Mulazzi, secundado por Emilio Hernández y Pedro Strukelj”. El último sería, unos años después, el primer refugiero del Frey.

“La comisión directiva del CAB apoyó con entusiasmo la construcción del pequeño refugio, de 30 metros cuadrados, y a su inauguración subieron unas 50 personas, entre las cuales se encontraban los ya octogenarios Carlos Markstahler y Emilio Frey”. El segundo dejó su parecer en el anuario 1953 de la entidad montañera y resaltó “la generosidad de los asociados que nos han ayudado en la obra y cuya nómina de donantes figura en el libro de oro del refugio, para que sirva de ejemplo a las futuras generaciones, pues habiendo voluntad, es posible hacer obra”.

Strukelj también fue el primer refugiero, el primero de una larga serie con continuaron Pedro Heinzle, Anselmo Weber, Mario Piccolli, Mario Podestá y Alberto Toroba, Félix González Bonorino, Gerardo “Chulengo” y Andrés Lamuniere, Claudio Fidani y Osvaldo “Cepillo” Gentile. Junto con su familia, Fidani continúa a cargo de la concesión. La primera ampliación se hizo a fines de la misma década: una cocina y un pequeño salón comedor de 4x3 metros.

A lomo de mochilero

En 1981 una reforma más significativa corrió por cuenta de los hermanos Lamuniere, quienes sumaron un depósito y dependencias para el refugiero. Más tarde, “entre 1985 y 1990, Fidani y Gentile se encargaron de la ampliación grande del refugio. La obra se hizo con el sistema tradicional y la mayoría de los materiales se subieron por el sendero, a caballo y a lomo de mochilero”, ironiza el texto.

En efecto, “decenas de amigos de Claudio y Osvaldo subieron troncos cortados en el bosque inferior. Varios subieron 3 o 4 palos en un mismo día. Un trabajo muy agotador, pero habitual en montaña”, aclara el autor. En esa oportunidad, “el refugio también se construyó a pulmón, con decenas de voluntarios colaborando con los profesionales que dirigieron los trabajos. Fue el último refugio grande construido en el Parque (Nacional Nahuel Huapi) con este sistema, usado en el antaño para construir los refugios Frey, Laguna Negra y Otto Meiling”.

En cuanto al Frey, sus transformaciones más sustanciales cumplen por estos tiempos unos 30 años. “En 1992, la concesión fue otorgada a los hermanos Nicolás y Manuel de la Cruz, quienes comenzaron con una serie de mejoras, en su mayoría vinculadas a la energía y el mantenimiento”, describió Arko en el capítulo pertinente. El primero, quien estuvo a su frente por espacio de 15 temporadas, explicó para la publicación que ese año, “el refugio demandaba mejoras. Había que hacer baños, generar energía eléctrica y ampliar el inmueble. Comenzamos con los baños, ya que el refugio tenía una letrina que era impresentable”.

El Frey durante sus remodelaciones.

Por entonces era un poco más difícil que en la actualidad. “El primer año emplazaron la estructura metálica para el futuro baño sobre una platea construida por Murtagh, hasta donde el agua llegaba por gravedad. Pero el invierno demostró que esto no sería viable: el peso de la nieve dobló todos los hierros. Así, durante el verano siguiente, se corrió el baño al lugar actual y se tuvo que construir el tanque australiano para que funcione. Y el agua al tanque tenía que subirse con una bomba”, recuerda el texto de Arko.

Los primeros intentos de generación de energía con fuentes renovables fueron iniciativa de Pedro Luthi, “destacado escalador y aventurero suizo” que “comenzó a residir durante los inviernos en el refugio. Las visitas de esquiadores fueron muy pocas y, por lo tanto, Pedro tuvo mucho tiempo para incursionar en la energía eólica. Comenzó a emplazar molinos en el lateral sur del refugio y generar energía con viento”.

Energía hidráulica

En 1995 los De la Cruz “constataron que la energía eólica generada no sería suficiente y comenzaron a incursionar en generar energía hidráulica, con el agua del arroyo. Y también en ampliar el refugio, que a todas luces era muy pequeño para la cantidad de visitantes”. Ese año llegó a Bariloche la primera competencia de aventura en montaña: el Raid Gauloises. Menos mal que el doctor Jakob no andaba cerca.

Cuatro años después tuvo lugar el Eco Challenge. Como había vuelos de helicóptero a disposición se aprovecharon “para subir los materiales de una ampliación provisoria del refugio, previa a la obra de remodelación. José de la Cruz, arquitecto y padre de Nicolás, proyectó una ampliación muy práctica y sustentable, en planta baja, sobre el frente y lateral norte del refugio, que mantenía su impronta y sería revestida con piedra, como la construcción original”.

Después de los cálculos correspondientes, “en primer lugar emplazamos un caño de 150 metros y tres pulgadas, que alimentaba la pequeña turbina. Pero constatamos que el diámetro era muy reducido y debimos cambiar el caño por otro de 4 pulgadas. Paralelamente, compramos un grupo electrógeno de 20 kw, que permitía poner en marcha un horno eléctrico, el freezer, la luz y diferentes herramientas eléctricas”.

En la era de Nico y Manu de la Cruz, “en la cocina habíamos dejado de usar leña y también había intenciones de suprimir el gas”, contó el primero para el libro. “De esta manera, el refugio Frey fue el primer lugar donde se comenzó a estudiar la instalación de una turbina hidráulica”. Se intentó una medida similar en el refugio Neumeyer (Challhuaco) pero el caudal del agua resultó insuficiente. Más tarde, el CAB instaló una turbina en Laguna Negra, durante la concesión de Mario Varela. ¿Refugios eran los de antes?


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