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¿Hay algo que hacer frente a los tábanos en campings o senderos?
Su zumbido es inconfundible y sus vuelos alrededor de las personas pueden crispar al más templado, además de provocar intensas molestias con sus picaduras. La convivencia es inevitable, pero algunas herramientas existen para mantenerlos a raya.
El entorno puede ser paradisíaco. Las orillas del lago están cercanas o el rumor del arroyo se convierte en banda sonora. El Sol brilla con desenfreno y mejor tener las sombras del bosque a mano. El cielo límpido aquieta los ánimos y los perfumes de verano agasajan el olfato. Nada se interpone ante el disfrute, hasta que el zumbido se hace persistente. Uno, dos, varios… Aún no termina de levantarse la carpa y ya rodean las siluetas humanas con tanta persistencia como hambre. Aunque nadie los invitó a la fiesta, los tábanos llegan para quedarse. Para colmo, no hay repelente de origen industrial que valga y los nervios tienden a crisparse. ¿De dónde salen tantos? ¿Se pueden mantener a raya?
A nadie le gustan, pero los tábanos son parte de los paisajes patagónicos cordilleranos, inclusive antes de que el senderismo, los campings y el turismo se generalizaran. Es más, existen más de 4.500 variedades a escala global y salvo sitios de clima muy extremo como Groenlandia y la Antártida o en islas como Hawái, están en todos lados. Son muy versátiles, ya que pueden habitar tanto en zonas desérticas como entre las verdes montañas del oeste patagónico.
Llamativamente para los no especialistas, son las hembras las que atacan las zonas descubiertas de su víctima. Es más, los machos son de corta vida y mueren después de reproducirse. Tarda en hacerlo, pero si la picadura finalmente se produce, el área afectada queda enrojecida y ocasionalmente se puede inflamar, además de picar mucho. Si se sabrá por aquí…
Pero no es que las hembras del tábano tengan particular predilección por acampantes o senderistas, su aparato bucal es tan fuerte que puede atravesar la piel de chivos y caballos. A la hora de buscar alimentaciones, se guían por la presencia de bultos y colores. En particular, sienten mayor atracción hacia las personas que llevan ropa oscura o por animales de pelaje ídem. También es factor de atracción transpirar profusamente.
No hay chances de oponer mayores resistencias a los tábanos, pero cuando más se conozca sobre ellos, menos conflictiva será la convivencia en playas, campamentos o picadas. Ante la inquietud de El Cordillerano, la médica naturista Sara Itkin compartió un escrito con el cronista que puede aportar algunos elementos útiles. En coincidencia con otras fuentes, aporta el texto que “ni el mosquito ni tábano machos nos pican, son vegetarianos porque liban el néctar de las flores, pero son sus hembras las que necesitan la sangre de los mamíferos y aves para poder desarrollar sus huevos. Los tábanos no son vectores de enfermedades y en cuanto a los mosquitos, algunos sí”, diferencia.
Hay que considerar que “los tábanos son de hábitos diurnos a diferencia de los mosquitos que hacen su aparición al atardecer y noche. Para poder localizarnos, son atraídos por el dióxido de carbono que emanamos y por otras complejas sustancias que tenemos a flor de piel, pero si enmascaramos nuestro sabor con aromas vegetales, alejaremos a las molestas zumbadoras”, sugiere la doctora Itkin.
Valerse de repelentes sintéticos es problemático, porque no se pueden usar en menores de 2 años, aunque la información es contradictoria, ya que existen publicaciones que aconsejan su uso a partir de los dos meses de edad y otras aún que hablan de seis meses. Desde ya, no pueden ingerirse y en ocasiones, producen lesiones cutáneas. De todas formas, su eficacia frente a los tábanos es muy relativa y bastante efímera.
Como contrapartida, “los repelentes naturales están prácticamente libres de efectos nocivos para los humanos y el medio ambiente”, además de presentar “en su composición componentes aromáticos de las plantas que alejan” a los “molestos zumbadores”, nos dice la médica naturista. Se clasificaron más de 350 plantas con virtudes repelentes e insecticidas y no vamos a enumerarlas a todas, pero algunas podemos destacar.
Entre ellas, sobresale la citronela. “Son plantas de la familia de las gramíneas, de origen asiático y pueden llegar a medir hasta 2 metros. Son similares en sus características, aroma y propiedades. Se utiliza su aceite esencial como loción, crema y espray. La acción repelente dura aproximadamente dos horas”, informa la doctora Itkin. La citronela comparte componentes aromáticos con la melisa, de manera que se puede “usar también ésta última con buenos resultados o combinarlas”.
También hay que considerar como aliada al cedrón paja, también conocido como zacate limón o pasto cedrón. Es origen del aceite esencial que se usa en aromaterapia con el nombre de Lemongrass y también actúa como buen repelente. Además, hay otros recursos que desarrolló la sabiduría popular para ahuyentar tanto a tábanos como a mosquitos, pero tal vez no sean tan glamorosos y no huelan muy amigablemente como los aceites esenciales… La cuestión es camuflar el dióxido de carbono que emanamos.