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Pintaron un mural inmortalizando a cinco compañeros que ya no están

Uno de los grandes impactos del arte es tener la capacidad de reflejar la realidad por más dura que sea. Rocío Toppeti, quien ha realizado murales inmortalizando la imagen de mujeres víctimas de femicidios, ahora, eligió las paredes externas del San José Obrero para que los pibes que murieron sigan siendo parte de esa gran familia.

En la Fundación están viviendo momentos difíciles de transitar. La partida de Dieguito Santana fue un golpe muy duro. Tal como dijo Fernando Fernández, “entendemos el dolor abrazándonos, cuidándonos entre todos y achicándole la cancha a la muerte que, por estos lados, se ensaña con los más jóvenes”.

Fue así que por intermedio de Joaquín Collazo, Rocío conoció el San José Obrero y, aunque el motivo fue doloroso, llegó para quedarse y ser una más en esa red de familia y comunidad que tanto invita a ser parte.

En diálogo con El Cordillerano, la artista comentó el proceso sobre la pared y sobre sus emociones. “Fue todo muy repentino, en dos días hice los bocetos y ayer ya se comenzó a pintar, la semana que viene le doy unos retoques más personales y ya quedaría listo”.

En estos últimos siete años les ha tocado despedir a Facundo Arias, Coqui Painefil, Toti Rodrigo Hermosilla, Rafita Nahuel y Dieguito Santana. Algunos familiares participaron del mural.

“El jueves pasado lo marqué y se anunció en el programa radial Mate Obrero de la Fundación, que íbamos a estar pintando, así que se sumó la gente que sentía ganas de hacerlo”.

Cuando una persona llega por primera vez al San José Obrero es muy bien recibida y le hacen un recorrido por el lugar para que, a grandes rasgos, tenga una idea de lo que se trata la Fábrica de Futuro.

Rocío vino hace algunos años desde Buenos Aires y aquí se encontró con algo que la impactó “toda mi vida en La Matanza milité en lugares así y lo que me generó fueron ganas de seguir yendo y construir cosas con ellos”.

De hecho, ya están hablando la posibilidad de un taller de murales y otras actividades en conjunto. “Estoy súper feliz, es como una nena que encuentra amigos y me sentí como en mi casa porque mis primeras militancias de base fueron precisamente en organizaciones comunitarias”.

Agregó: “El San José es muy real, sostenido por voluntades y sobre todo, por la gente de los barrios con una participación muy activa”. Aclaró: “No es por ir en desmedro de otras organizaciones, pero a veces cuesta ver eso, que los vecinos lo sientan como propio”.

En La Matanza, Rocío también trabajo en la gestión pública: “Por eso me gusta esta mirada de articular, tejer redes y buscar recursos en todos lados para poder llevar adelante un proyecto”.

Ir encontrando soluciones a las necesidades que van surgiendo en base a la enorme cantidad de talleres y actividades que se proponen. “El no ser mezquinos al momento de articular me parece una mirada muy sabia, el buscar recursos en todos lados porque corresponde y es un derecho de la gente”.

Rocío sintetizó en pocas palabras sus sentimientos por la actividad realizada: “Fue como pintar un mural en mi casa”.


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