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Skay Beilinson brindó un show memorable en Puerto Rock

 Como en cada show de Skay, se había creado una gran expectativa. Y no desentonó. Fueron casi dos horas de puro rock arriba del escenario, en un ida y vuelta único con su gente. Los de abajo, corearon todas las canciones y pedían “que se vuelvan a juntar”.

El Flaco salió al escenario, con uno de sus clásicos sombreros, anteojos negros y una remera manga corta. Se calzó su legendaria guitarra Gibson SG roja, su compañera inseparable, y dio comienzo al show con los primeros acordes de “Luna en fez”.

Le siguieron “Territorio caníbal” y “tren a Katmandu”, para comenzar un raido que recorrió las cinco placas de Skay, que este año llegó junto a su banda Los Fakires, que ha mutado de nombre en varias ocasiones.

Skay es un anfitrión humilde y hasta tímido. Su guitarra es la mejor forma de conexión que tiene con el público. Se limita a presentar las canciones, siempre con una sonrisa en su rostro, de esas genuinas que sólo puede lograr alguien que realmente disfruta lo que hace.

“Vamos a empezar a transitar la luna hueca”, dijo el músico antes de dar comienzo a los temas nuevos: “Cicatrices”, “Falenas en celo” y “Arriba el telón” fueron los primeros en sonar de su último disco “La Luna Hueca”, que está presentando por todo el país. Y continuó con “Los caminos del viento”, un tema que de a poco va convirtiéndose en un himno.

Los Fakires, la banda que lo acompaña, está integrada por Claudio Quartero en bajo, Javier Lecumberry en teclados, Oscar Reyna en guitarra y el Topo Espíndola en batería.

Luego fue el momento más recordado de la noche, ya que tras el pedido del público llegó la canción más ricotera de todas: “Ji, ji, ji”. Allí el pogo fue interminable, como cada vez que suena en cualquier escenario argentino, ya sea interpretado por el Indio o por su antiguo guitarrista.

Para la segunda parte del recital, los músicos dejan solo a Skay en el escenario con su guitarra acústica, para iniciar con “Bogart Blues” un mano a mano con sus espectadores.

A su término, volvió la banda y siguieron con un clásico del disco “Talisman”, la gran “Lluvia sobre Bagdad”, para retomar con otro nuevo gran tema “Ya lo sabes” y volver loco a su público con “El sueño del jinete”, “El fantasma del quinto piso” y “La morada de los pájaros”.

Ya en la recta final, tocaron otro clásico ricotero “El pibe de los astilleros” que se escuchó hasta en el Centro Cívico. Le siguieron “Flores secas” y “Oda a la sin nombre”. Y el final llegó con “El redentor secreto” y “lejos de casa”, donde sonó la frase “cierra los ojos y ponte a cantar canciones que hagan llorar”, un tema que emociona hasta al más duro de los seguidores del mejor guitarrista de la Argentina.

Sin dudas Skay la rompió en el puerto, dejando en claro que lo que fueron a ver no fue un fantasma del pasado, sino a un músico que al día de hoy no deja de explorar y de hacer lo que más le gusta: tocar.

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