Claudia del Río, Artista de la Galeria Farrarons Fenoglio

Claudia del Río, Artista de la Galeria Farrarons Fenoglio

En equilibrio entre la creación colectiva y la creación individual

El dibujo es el medio que elige la artista rosarina Claudia del Río para trabajar en forma individual o colectiva. Lo concibe como un instrumento de pensamiento que quiebra con las clasificaciones, jerarquías y límites. Como plantea el crítico brasileño Frederico de Morais el dibujo “parece escapar de la polémica estéril entre vanguardia y retaguardia, entre lo viejo y lo nuevo, navega imperturbable entre ismos y épocas”. Y esa total libertad en la que navega, lo presenta como un medio inagotable.
En 2002, junto a Mario Gemín, crea el Club de dibujo, un particular club integrado por dos miembros unidos por la amistad, que se centra en el estudio y difusión del dibujo y se funda en la certeza de que “la conexión con la capacidad creativa es base del crecimiento de las personas y una vía de construcción de ciudadanía”. Este postulado fundacional revela el compromiso de esta plataforma de acción con la estética relacional planteada por Nicolás Bourriaud, donde el arte tiene a los vínculos humanos y su contexto social como horizonte teórico. Desde 2006, concibe la obra Pieza Pizarrón o Pieza de Dibujo, un espacio cubierto de pizarrones, que se ofrece como escenario para la comunicación y cooperación entre artistas. Así este espacio, en permanente estado de transformación, recibe los dibujos de diversos artistas invitados estableciendo nuevas relaciones entre el hacer, el dibujo y el público. En esta ocasión, la Pieza se convierte en un taller de intercambio de conocimiento desplegando otro aspecto importante para la artista que es situar “a la educación en valor artístico”. Para ella, la labor docente tiene tanta importancia como su producción artística, concibiendo así sus acciones pedagógicas como constitutivas de su obra.
Claudia del Río equilibra esta necesidad de trabajar y pensar con los otros con momentos de creación individual dentro de su taller. Una tarea solitaria con un intenso trabajo artesanal y de experimentación. Así nos sumerge en un mundo poblado de retratos femeninos que, a partir de delgados trazos que se entretejen sobre la superficie de papel modificada por la acción del aceite, nos confrontan a la realidad circundante. La mancha provocada por el líquido graso demora en fijarse sobre el papel. Una vez que este proceso sucede, la artista comienza a dibujar una trama de ochos que, como un obstinato, cubre la superficie develando sólo algún rasgo que revela cierta humanidad. Sola o en compañía de otros, Del Río elige el dibujo como gesto esencial.

Cecilia Rabossi
Curadora invitada

Farrarons Fenoglio Arte Contemporaneo