¿Para qué srve este yuyo?

¿Para qué srve este yuyo?

 Tanto en las caminatas y encuentros presenciales como ahora en este mundo de mayor comunicación virtual, me encuentro a menudo con las pregunta “¿para qué sirve este yuyo?” o una muy parecida: “¿es un yuyo, nomás?”
Sacamos sistemáticamente “yuyos” de la huerta, de los canteros del jardín e incluso del césped porque resultan invasivos, porque no los sembramos en ese lugar o simplemente porque buscamos homogenizar la mirada.
Cuántas veces, luego de referir las virtudes de las plantas, escucho: “¡Qué importante es esa plantita! Y yo la arrancaba siempre considerándola yuyo…”
La palabra “yuyo” –originalmente “yuyu”– pertenece a la lengua quechua y hace referencia a las plantas comestibles. Un vegetal comestible aporta nutrientes y fortalece la salud, de modo que un “yuyo” es un alimento. Con el avance de los monocultivos muchos de estos alimentos silvestres comenzaron a considerarse malas hierbas desde la mirada agro-capitalista. Así también comenzó a menospreciarse y discriminarse a las “yuyeras”, personas que usaban, recomendaban y ayudaban a sanar con los yuyos, personas de corazón inmenso, dispuestas a aliviar el dolor de las enfermedades y nutrir de amor a quienes sufrían. Y así, sanadoras y sanadores, al igual que las plantas que utilizaban, por resultar inconvenientes para el poder fármaco-médico, fueron desprestigiadas y perseguidas y el término “yuyera” pasó a considerarse una mala palabra.
Los significados que le damos a las palabras dependen también de la intención. Para mí y para mucha gente los yuyos son plantas que pertenecen a determinadas culturas, que tienen una historia y nos brindan nutrientes para alimentarnos y ganar salud. De modo que revalorizando los yuyos y las yuyeras les propongo que salgamos al jardín y a la vereda a reconocer a estas plantas que prolíficamente crecen a nuestro alrededor, ya que más allá de su importancia medicinal y alimentaria, es fundamental que las valoremos como bienes naturales a cuidar.
La cerraja es originaria de la región mediterránea de Europa y el occidente de Asia, pero está ampliamente distribuida por todos los continentes. Su nombre botánico es Sonchus oleraceus. Es una hierba anual de porte erecto que puede alcanzar el metro de altura. Su tallo es cilíndrico, hueco y frecuentemente rojizo. Las hojas, variables en tamaño y forma, siempre abrazan al tallo, tienen bordes rojizos y unas pequeñas espínulas que no pinchan. Sus flores se encuentran en pequeños grupos, son de color amarillo y al terminar su floración se convierten en panaderos, por eso a la cerraja se la confunde mucho con el diente de león. Al cortar tallos y hojas libera una sustancia lechosa blanca, este látex ayuda a sanar verrugas. Sus hojas contienen provitamina A y vitamina C –poderosos antioxidantes–, aportan también vitaminas del grupo B, considerable cantidad de calcio y de hierro. Cuando están tiernas son deliciosas crudas, similares a la espinaca, pero también pueden cocinarse y comerse como cualquier verdura. Bebiendo infusión de sus hojas, aliviaremos digestiones pesadas, limpiaremos el hígado y mejoraremos los estados de constipación. En otoño podemos recolectar sus raíces y realizar un rico café, igual que con las del diente de león.
Simple yuyo para valorar y no desmerecer.
Hoy, el abrazo es más yuyero que siempre!!!
Dra Sara Itkin
Médica Yuyera
MPRN 347

Plantas para la salud Dra. Sara Itkin